12/26/2020

De Bueyes Encontrados

por Pedro Patzer


Nos hablan todo el día sin palabras

o con palabras donde nunca nace una flor

ni cultivan sus fuegos los dragones.

Candados y anclas, 

vinos que no dan alas,

economistas que denuncian el déficit que significa

hacerle caso al alma

Héroes y heroínas de las horas hábiles

que jamás acceden al territorio de la hora 25

y que nunca han contemplado

el amanecer en los ojos de las criaturas y las cosas

que la mayoría considera invisibles,

ni han vivido  los verbos como el espacio en el que

alcanzamos el balbuceo del oleaje y lo que grita la montaña,

ni experimentado algunas presencias como jardines

o ciertas miradas como confines.

Los bueyes perdidos son los viajes hacia las corbatas y el eslogan,

el café sin sabor y el atardecer que pasa indiferente entre los muros,

en los que nadie ha estampado su alarido de aerosol.

Los bueyes perdidos, los “te quiero” como bostezo, 

la pornografía como depredadora de la sensualidad,

los goles que hacen los profesionales,

los televisores poblados de inquilinos de la realidad,

huérfanos de metáforas, devoran sólo aquello

que no quita el viejo hambre,

ni despierta la otra sed.

11/25/2020

Eternamente Diego

 Dios rebelde nacido en esta Tierra

Viento de pueblo, 

Cargaste las mas pesadas banderas

Hermano de nuestra esperanza

Porvenir eterno de nuestra memoria

Tu danza humana queda en nosotros

hijo de nuestra orfandad

padre nuestro cielo

Morís con nuestros muertos

Naces en los recuerdos

Dios te salve Dios

Pedro Patzer

10/31/2020

Sobrevivientes culturales

 

Por Pedro Patzer

Es un momento clave para escucharnos, para encontrarnos, para pensarnos desde la cultura popular. La que incluye también a la historia popular. Mucha gente se enoja porque usamos la construcción "Cultura popular", arguyen que tan solo hay una cultura. Tal vez los que hacen esa crítica no pueden ver que del mismo modo que existe un modelo financiero mundial que arrastra con las economías nacionales, también hay una cultura mundial, que arrasa con las culturas nacionales. Quiero aclarar que esto no es una mirada chauvinista, sino que es el desahogo de un sobreviviente cultural, como me considero, que ha despertado de la anestesia pedagógica que instala la cultura oficial del mundo de los "ganadores". De los que avasallan, de los que les cambian los nombres a las calles, las ciudades, los ríos, los pueblos, los dioses, la historia y hasta el destino. De los que vacían la identidad, como vacían de pájaros los bosques, de àrboles los bosques, vacían de bosques los bosques. Ya la cultura no puede seguir siendo considerada como ese cuadro que duerme en el museo, ese libro que hiberna en la biblioteca o esa canción que envejece en un disco. La cultura ya es el pan que nos alimenta y no nos deja hambrientos de destino. El agua que no nos condena a ser sedientos de horizonte. El espejo que no está para que imitemos a la arquetípica belleza del consumo, sino el espejo que nos interpela con las imágenes de nuestra identidad. En él vemos que tenemos los ojos del abuelo europeo pero la mirada de la abuela criolla. Pero si comenzamos a mirar mejor, el espejo nos devolverá también un  río sin nombre, o por lo menos sin el nombre de los que vinieron a nombrar los que otros y otras ya habían nombrado en sus cantos y en las alabanzas a sus divinidades. Porque de hecho, ese río que se nos aparece en el espejo también es un Dios, un Dios nativo que nunca supo latín, pero supo el idioma del lodo y la selva, del cerro y de la piedra. La cultura popular comienza en ese río latente que todos los que habitamos esta tierra llevamos en la conciencia, ese río Dios, es también un río mujer y hombre, un río copla y danza, un río historia y porvenir. La cultura popular es la antorcha que nos guía cuando la oscuridad cultural que nos ofrecen los gerentes del destino del mundo, nos quiere ciegos de nosotros mismos. Como la antorcha olímpica se pasa de mano en mano, de atleta en atleta, la cultura popular también se comparte. Pero entonces, ¿lo masivo nos ayuda a reconocernos? ¡No confundan masivo con popular! Porque masiva es Susana Giménez. Lo popular solo es lo que expresa los anhelos genuinos del pueblo, los que conducen a fortalecer su identidad, los que llevan la semilla en su alma aquello que dará la flor de la libertad.

En su flamante enciclica"Fratello Tutii', el Papa Francisco afirma:"El avance de este globalismo favorece normalmente la identidad de los más fuertes que se protegen a sí mismos, pero procura licuar las identidades de las regiones más débiles y pobres, haciéndolas más vulnerables y dependientes…"

La pandemia comenzó hace muchos años, el virus del mundo caníbal que se viene devorando el mundo, pero como solo no puede, produce sus contagios a través de olvido, reemplazando la historia por ficciones que distraen, cambiando pensamientos populares por eslóganes diseñados por las agencias de publicidades, que funcionan como agencias de lotería propiciando la timba ideológica y cultural

En estos tiempos tan especiales, en que los buitres acechan, es importante recordar que las puertas que nos conducen a nuestros auténticos jardines, son las puertas de adentro. Si nos animamos a creer en esas puertas estaremos siempre en el lugar indicado de la historia y de la existencia. 



10/07/2020

El linyera y la luna

 

Por Pedro Patzer

Un linyera comparte su pan duro con el perro, su corbata suele llamar la atención de los que nunca se preguntaron para qué usan corbata, sus zapatos duermen con la lengua afuera aunque muestran sus dientes cuando hace falta, en  su valija lleva algunas cosas que el mundo ha perdido: el mapa hacia la Atlántida, antiguas lluvias que la gente dejó caer sin contemplar, y una llave que abre todos los calabozos humanos.

Cuando alguien pasa silbando el linyera se saca su sombrero invisible, sabe que el que silba recupera los trinos de los pájaros que fueron embalsamados por los que dicen amar los pájaros.  El linyera aprendió que en esta ciudad muchos de los que dicen amar se vuelven cazadores de lo amado. Le ponen correa al corazón y cada tanto lo sacan a pasear por alguna que otra emoción. Son como el verdín en las estatuas o como el cartel de "se vende" en la mirada de los resignados 

Por eso él se enamoró de la luna, pero de la luna atorranta, la que solo puede verse por los agujeros de su saco o reflejada en los vasos de vino de los que le ponen soda, con tal de que el shhhhhh del sifón calle a tantos pensamientos que se vuelven ocupas de las  noches interminables

La luna para el linyera es una cacerola vieja, una moneda para comprar el pan del sueño, un cofre que guarda todas las cosas que nadie podrá robarnos. Porque él también tiene sus oros y entiende que los ladrones nunca miran hacia arriba, ni siquiera hacia los tanques de agua en los que la luna se baña desnuda.

El linyera no cree en los transbordadores espaciales, ni en los satélites artificiales, y mucho menos en  los correctos astronautas, él sabe que solo hay una manera de llegar a la luna y es imaginando.



6/16/2020

Cancionero del Tren Roca (vía Quilmes), de Pedro Patzer - Invitación a la ilustración colectiva -

Cancionero del Tren Roca (vía Quilmes), de Pedro Patzer
- Invitación a la ilustración colectiva -

   En ese entonces, aquél verso de Pablo Neruda “¿Hay algo más triste que un tren inmóvil bajo la lluvia?”, tenía dramáticas respuestas. Pobreza, sudestada, plazas desiertas, ríos a los que el petróleo les quitó sus ganas de cantar, paisaje rotos como los vidrios de sus ventanillas, bingos que todo lo empobrecen, cumbias atroces como la historia de un país. Sin embargo, había gente con ganas de amar, con voluntad de resistir, con entusiasmo por transformar su vida y la de los otros.

   Un cuaderno debía traducir esos viajes en el Roca. Como también la misteriosa belleza de esos puentes oxidados, de esos vagones moribundos, de esas flores que crecían entre andenes colmados de los que ya nada esperaban, que es una manera de esperar al Mesías.

   Los invito a aportar imágenes sobre el tren Roca Vía Quilmes, para la producción de mi libro de poesía Cancionero del Tren Roca (Vía Quilmes). Quiero que todos los que tengan alguna foto, algún dibujo, o un collage que hayan creado sobre esa época del Tren Roca Diesel, se sumen a la ilustración del libro.

   Les pedimos que el material sea propio, inédito, y que lo manden a cancionerotrenroca@gmail.com entre el 17 de junio y el 17 de julio, indicando los datos del aporte (fecha, lugar, técnica) y del autor (nombre, apellido, teléfono, DNI). De todo el hermoso material que recopilemos, haremos –con la Editorial Lenguamadre– una selección de los aportes que luego integrarán el libro.

5/21/2020

Los trenes que perdimos

Los trenes que perdimos llegaron a lugares
donde nadie nos esperaba
como la palabra  amor en cartas documentos
o villancicos en la noche del ateo
entonces, no vale la pena
desatar la tristeza de los turistas
ni la certeza de los viejos campeones
es preferible cambiarse el nombre
y ser un visitante ilustre en nuestra propia duda
reír de la inutilidad de los corbatas
y de los oxidados trofeos en las vitrinas
dejar de confundir cacareo con plegaria
y ser de una buena vez
todo eso que miramos al cerrar los ojos

Pedro Patzer, borradores de cuarentena

5/09/2020

El Tahiel, el canto interior de la Argentina, ahora en formato de libro electrónico y PDF. GRATIS

El Tahiel, el canto interior de la Argentina, ahora en formato de libro electrónico y PDF. GRATIS



Un libro es romper el muro que el mundo nos construyó en nuestro silencio y dar paso a que las palabras unan las orillas de todo lo que hemos callado y todo lo que podríamos cantar
El Tahiel, es mi mirada de mi país, pero no sólo de lo que es, también de todo lo que podría llegar a ser si tan solo nos conociéramos.
Creo que hay una manera de liberarnos económica y culturalmente , y esa es sabiendo quienes somos. De qué estamos hechos. Conocer a todos los distintos que nos hacen ser nosotros.
El Tahiel es mi aporte para conseguir nuestra liberación. Por eso junto a la editorial Lengua Madre hemos decidido editarlo en formato de libro electrónico y de PDF, y que llegue a todos y todas. A los que viven lejos y quieren tenerlo, a los que viven cerca y por razones económicas no se hicieron de él.
Para recibir el libro en cualquiera de los dos formatos, escribime por InBox o a pedropatzer@gmail.com indicándome nombre, apellido y una dirección de correo electrónico para que podamos facilitarte los archivos. También pueden solicitarlos a la Editorial Lenguamadre (@edlenguamadre)

5/07/2020

Larga vida a los medios públicos

Por Pedro Patzer

El inolvidable Horacio Ferrer confesó que miraba a Buenos Aires del nido de un gorrión y con eso inauguró una forma poética de contemplar esta ciudad y a sus habitantes. Lamentablemente en estos tiempos, algunos ven el país desde el nido del pajarito virtual, de twitter, y nunca inauguran algo con su mirada, más bien tienden a romper lo construido. Como es el caso del ex funcionario de cultura, que días atrás, desde el mencionado nido virtual confesó estar  arrepentido de no haber hecho más para cerrar Télam y la TV Pública. Una frase tan olvidable como su pobrísima gestión. 
La carta orgánica de la BBC, el servicio público de radio y televisión del Reino Unido, que el "culto" tuitero que arremete contra los medios públicos nacionales no se atrevería a desdeñar, indica que una de sus misiones es promover el talento británico. ¿Para qué necesita Gran Bretaña tener un sistema de radios y canales de televisión estatales  que fomenten las obras de sus creadores? ¿Será acaso que los creadores son los que le recuerdan a un país de qué está hecho?
Nuestros medios públicos son los que te pueden contar las historias de acá, sin tener que corresponder a los mandatos comerciales, de contenidos y estéticos de los “jefes de allá”. Es decir, podemos contar historias en las que un colombiano no sea narcotraficante, ni una persona del conurbano un pibe chorro. Podemos superar el cliché estigmatizador de turno, y enriquecer nuestra vidas, con las biografías de hombres y mujeres (y disidencias sexuales) , como lo hizo hace años Historias de la Argentina Secreta, presentándonos al Doctor Maradona, médico que dejó todo  para asistir a los indígenas de la selva Formoseña. O como hoy lo hacen los documentales de Canal Encuentro en los que podemos hallar los otros rostros, los que no corresponden a la “belleza oficial”, pero que sin lugar a dudas representan el alma de la Argentina. No podemos dejar de referirnos a Paka Paka que consiguió que nuestros pibes y pibas, volvieran a tratarnos de vos, y se quitaran la tonada y la mirada neutras con las que los canales infantiles internacionales habían construido su niñez. Nuestra Radio Nacional que custodia canciones que no entran en ningún ranking confeccionado por algún  influencer que está más pendiente de la cantidad de “like” que del compromiso por lo que difunde. Hay canciones que sólo pasa la radio de bandera, y no es sólo por el valor de recordar a esos artistas, es también por comprender que las canciones son documentos, muchas veces manuales de historia que duran tres minutos. Lo escucho a Héctor Larrea hablar de los tangos creados por Homero Manzi o a Marcelo Simón explicar las huellas indias en las canciones argentinas y siento que un libro sonoro se apodera del aire.
La agencia de noticias oficial, Télam, ha difundido obras de artistas argentinos como nadie y también los pensamientos de científicos, políticos, intelectuales que muy pocas veces son tenidos en cuenta por otros medios. 
Los medios públicos son una oportunidad para la otra ficción, la otra investigación, la otra música, la otra palabra, la otra historia. Esas otras cosas, que paradójicamente nos hacen ser más nosotros y nosotras, y que retratan a las diversas argentinas latentes. 
Larga vida a los medios públicos que tanto enojo despiertan en los señores que desde el nido virtual no consiguen comprender la naturaleza de su propio país. 

Pedro Patzer







3/30/2020

El Padre Ignacio, el milagro de la esperanza entre los desesperados


Por Pedro Patzer

El obispo que tomaba té, junto a laicos que le negaban al padre Ignacio los fondos que él mismo había recolectado para su parroquia, lo empujó a pensar en su padre que trabajaba todo el día en la plantación de té, en Sri Lanka, por un salario tan bajo que no llegaba a cubrir las necesidades básicas de una familia con cinco hijos. "El camino del té, se parece al de la vida", reflexionó el padre Ignacio Peries Kurukulasuriya, que desde el primer momento en que lo vio, supo que el obispo bebedor de té carecía de la auténtica sed. Aquel encuentro del prelado con el sacerdote de Sri Lanka, sirvió para que el funcionario eclesiástico le dejara en claro que no le gustaban los hombres de barba. Ignacio comprendió que ese Obispo, queriendo denigrar a los militantes políticos, terminaba por despreciar a Jesucristo, el barbado más importante de la historia. Y que los burócratas de fe siempre se sienten incómodos ante los Cristos.
Argentina estaba en el final de la dictadura genocida y a poco del comienzo de la guerra de Malvinas, Ignacio apenas farfullaba español. En su país natal, ex Ceilán, una isla de Asia tan cercana a la India que la llaman "lágrima de la India", se hablan dos idiomas, más el inglés que el conquistador dejó junto al té (y la explotación de los que lo cultivan). De modo que aprender el idioma de los argentinos, en medio del campo de batalla, no fue sencillo. Aunque algo parecido le sucedió con el catolicismo. Su país es multirreligioso: conviven el budismo, el hinduismo, el islam y minoritariamente el cristianismo. Es decir, el Padre Ignacio siempre supo esto de ser minoría, eso de “hablar en otro idioma”. Ignacio fue ordenado sacerdote el 29 de julio de 1979 en el Reino Unido, en la orden "Cruzada del Espíritu Santo". Ese mismo año fue trasladado a la Argentina. Llegó a Rosario, luego de hacer una breve morada en Tancacha, un pequeño pueblo de Córdoba. El Obispo lo aceptó en la ciudad santafesina, ya que al ser extranjero se evitaba la presencia de un cura tercermundista. Sin embargo, este misionero de ojos tan negros como el café tenía la misma vocación: el socorro de los pobres, la justicia social. Los laicos de familias acomodadas no vieron con buenos ojos la llegada del cura moreno y barbado, sin embargo su tarea en los barrios más humildes y su vocación por unir comenzó a dar frutos entre la juventud rosarina que, sin distinción de clases (tanto los del Parque Field, zona residencial, como los del Barrio Rucci, zona más humilde) se unió a su obra y fue pilar en la construcción del centro de salud, escuela y parroquias que a fuerza de "polladas", asado de pollo para miles, les permitía reunir fondos. 
Cuando la hiperinflación de 1989 empujó a Rosario al estallido social con muertos, heridos y detenidos, el Padre Ignacio socorrió a los hambrientos, les dio albergue a los que habían quedado en la calle, su voz comenzó a pronunciar todos los alaridos de los postergados. A partir de ese momento el Padre Ignacio se volvió una persona fundamental en Rosario. Su tarea social lo hermanó con el pueblo, asistió a cientos de familias empobrecidas, organizó la creación de huertas comunitarias y se puso al hombro la tarea de reubicar a miles de hombres y mujeres que se habían quedado sin trabajo. Pero además de este papel social que Ignacio adoptó, comenzó a suceder algo que jamás había ocurrido: se comenzó a correr la voz de que el cura Ignacio podía sanar a los enfermos. 
"Hay cosas que puedo percibir... puedo darme cuenta si se trata de un dolor físico, psíquico o espiritual. Mi vocación es despertar la fe para que a través de ella la persona encuentre la solución que necesita. La sanación depende mucho de la fe, pero cuando quien llega a mi viene con humildad y me dice «Padre, soy ateo, no creo, no pertenezco a la Iglesia», yo sé que él también puede sanar, porque de alguna forma pide o cree que existe algo más allá de lo humano". (Entrevista Diario La Capital)
Una leyenda indica que en Sri Lanka persiste un diente de Buda, de hecho construyeron un templo donde lo exhiben; también se dice que en la tierra del padre Ignacio está el tallo del Árbol de Bodhi, bajo el cual Buda alcanzó la iluminación. 
Otra leyenda sostiene que Adán y Eva vivieron en esa isla, en los años de su exilio, tras la expulsión del Paraíso. Tan es así que se asegura que allí, en lo alto de un monte, fueron enterrados juntos. El Padre Ignacio es hijo de una isla (con todo lo que ello significa), más pequeña que la provincia de Formosa, en la que conviven la leyenda con la religión, donde las enseñanzas de Buda, el Corán y La Biblia son protagonistas. Una tierra donde lo sagrado y lo real se mezclan sin solución de continuidad, donde la pelea por sobrevivir en un mundo desigual apela a lo divino y a la historia de la supervivencia humana. Recordemos que la ex Ceilán consiguió su independencia del Imperio Británico recién en 1948, después de padecer la conquista por parte de Portugal y los Países Bajos en el siglo XVI, antes de que el control de todo el país fuera cedido a los británicos en 1815. Es decir: Ignacio nació en una tierra donde la cultura espiritual está a flor de piel, pero también la explotación y el sufrimiento del pueblo que padeció, por siglos, regímenes coloniales.
"Me pasaron varias cosas con los enfermos de mi pueblo. Cuando tenía doce años, el párroco me invitó a visitar a los enfermos y cuando yo los tocaba me decían "padre, padre". La primera vez fue con una viejita ciega que nos conocía de toda la vida, pero cuando yo la toqué me dijo "padre". Le respondí: "No, no soy el padre", pero ella me contestó: "Tu mano tiene calor sacerdotal". Yo me asusté y no quise volver. Pero un año más tarde me pasó lo mismo con otro señor que estaba medio ciego. Otra vez, lo toqué y dijo "padre". Esta vez el párroco estaba conmigo y le dije que el padre estaba allí, que yo sólo era un amigo. El viejito me dijo: "Tu mano tienen calor sacerdotal". Entonces el cura fue muy bueno y me explicó que tal vez Dios tenía una vocación para mí y que podría ser el sacerdocio." (Entrevista Diario La Capital)
Esta unión entre lo divino y la lucha humana es un fiel retrato de Ignacio, que ha trabajado años en los barrios más humildes de Rosario, conteniendo la pobreza y la indigencia, transformándose así en un puente entre la lucha por el pan y la conquista del cielo. Hombres y mujeres de todas las edades, de diversas regiones del país, y hasta extranjeros, se acercan a la parroquia Natividad del Señor para que el Padre Ignacio los sane. Hay sendos testimonios de pacientes de cáncer y de otras enfermedades que sanaron con la intervención del Padre Ignacio. Como también de mujeres que no podían tener hijos, y que luego de tener el encuentro con el Padre fueron madres. 
"Yo nunca curé a nadie, quien sana es Dios y la fuerza de la fe del enfermo. El que cura es Dios. Yo invoco la gracia y luego la fe de la persona interviene. Es como dijo Jesús: "Tu fe te salva". Yo nunca dije que soy sanador, nunca".
Pero el padre Ignacio Peries Kurukulasuriya jamás ha puesto en alquiler su don, su entrega es total y desinteresada, y hasta muchas veces ha tenido que echar a algún fariseo del templo: “¡Hay una persona que no sé por qué está aquí, que no cree en esto! ¡Quiero que se retire, por favor, si no quiere que la vaya a buscar y la saque!”. 
Casi trescientas mil personas asisten a su misa en Pascua. Su figura se ha vuelto la más importante de Rosario, sin embargo el cura de Sri Lanka sigue en su parroquia del barrio Rucci dándole todos los días esperanzas a los desesperados, convidando paz a corazones que han sido educados para la guerra del mundo.
"Yo soy uno más, como los demás. Cada uno tiene sus dones y a mí Dios me eligió para esto, no fui yo quien lo decidió. Estoy agradecido pero también sé que tengo una gran responsabilidad y me preocupa la expectativa que tiene la gente. Siempre aprendí a caminar en la tierra, no a volar en el cielo. Hay que tener en claro que no soy un ángel, ni un dios, ni un extraterrestre: soy un ser humano más"


3/19/2020

Recordar lo esencial


por Pedro Patzer

En estos días en los que el mundo debe parar, la vida, en estado puro, se pone en movimiento y nos exige recordar lo esencial
1
“La ópera es un hombre apuñalado que en vez de morir, canta. El rap es un hombre apuñalado que en vez morir, habla” Así le explica un viejo cantante de ópera  a un joven cantante de rap, acerca de la naturaleza de ambos géneros, en la película Cuatro notas de amor. Y agrega: “La ópera en sus comienzos era popular , luego la tomaron los ricos y la llenaron de ropa cara y teatros exclusivos”
En su reflexión, el viejo cantante de ópera, intenta recordar lo esencial. El origen, el motivo por el que la humanidad creó la ópera.
 2
Margarita Monges, poeta pampena y compañera del poeta Edgar Morisoli, tenía Alzheimer. Por lo que al finalizar el día olvidaba todo lo que hora antes había vivido. Al ver ésto, Edgar le obsequió a Margarita un cuaderno para que anotara todas las cosas del día, que al llegar la noche quisiera recordar  De esta situación, Morisoli hizo un poema: "Escucha  al benteveo y de inmediato escribe: "Hoy canta el benteveo"./Llega el hijo o come una naranja, y apunta en su cuaderno:"Vino Juan Pablo, hermoso","Me comí una naranja". Ni a traición, ni dormida le ganará el olvido la pulseada/ a esta frágil mujer casi invencible/Cuántos cuadernos van? - Yo ya perdí la cuenta, y no tiene importancia. Ella resiste y anota, con premura, burlando sabiamente la zancadilla de la desmemoria, gambeteando al vacío./Una escritura simultánea a los hechos, sin dejar ni un resquicio/ vulnerable al olvido. La vida no se entrega, lucha a brazo partido y a corazón entero"

3
José Luis Serrano es un reconocido artista cordobés, que desde hace décadas interpreta a Doña Jovita, anciana de Traslasierra, que con humor convida  sabiduría. Jovita se ha vuelto un emblema de la defensa del bosque, la sierra y el río, tanto que en algunas ocasiones ha despertado la indignación de algunos canallas que defienden los peores intereses que atentan contra la naturaleza. Serrano, su creador, reconoció haber padecido ataques de pánico y aseguró que pudo vencerlos gracias algo fundamental: recordar lo esencial. Y entre tantos recuerdos esenciales que lo sanaron, contó uno. Llegar al río y hundir los pies en el barro.


4
Lorenzo, carnicero de San Cristóbal, es paraguayo. Confiesa que él sabe guaraní, pero que aprendió, como toda su generación, un guaraní contaminado por el español. Hace unos días visitó Paraguay y se llevó una sorpresa, los chicos están aprendiendo el guaraní puro. Por lo que en estos tiempos los hijos le enseñan a los padres a hablar como los antiguos. Es decir, la juventud le enseña a los más viejos, los secretos de los mayores.
 5
Joaco Stefanizzi nació con seis meses, 780 gramos de peso y un 30% de posibilidades de vida, tanto es así que en la sala de parto el médico le advirtió a Mauro, su padre, sobre la posibilidad de que viviera sólo unos segundos y que tuviera pocas chances de sobrevida.
Antes de cumplir un mes, Joaco fue sometido a nueve operaciones. Después de meses de permanecer internado en terapia intensiva pediátrica, pudo ir a su casa bajo un régimen de internación domiciliaria, aunque el daño neurológico y respiratorio sufrido hizo que dependiera de la electricidad para sobrellevar sus días conectado a un concentrador de oxígeno, a un monitor multiparamétrico y a un respirador artificial. Su mamá y su papá tomaron conciencia de la importancia de la energía eléctrica como soporte vital y emprendieron un camino de lucha  hasta fundar la Asociación Argentina de Electrodependientes, que en menos de un año  consiguió la sanción de la ley 27.351, que establece la creación de un registro nacional para lograr la gratuidad del servicio para los hogares con electrodependiente y la obligación de suministrar un generador para cuando se cortara la luz.
En 2019, Mauro convirtió en un libro la historia de su hijo, bajo el título "Joaco nos conecta". En él narra las dificultades que han atravesado con, Mayra, su compañera, para mantener a Joaco con vida, sin embargo, ellos siempre han remarcado que la llegada de su hijo fue lo mejor que les pasó.
Joaco murió el domingo 15 de marzo de 2020, a los seis años. En medio de esa dolorosa circunstancia, su padre nos legó una profunda reflexión: “Ahora veré a Joaco en cada uno de los electrodependientes…" y agregó: “Vuela alto Joaco. Que adonde sea que vayas, sea sin dolor y sufrimiento...”
Cuando los contadores de cadáveres, cuando los especuladores del vivir, cuando los empleados de la peste nos alquilen su "realidad", tengamos presentes a Joaco y a sus padres, y recordemos lo esencial








2/18/2020

Cuando la vida de los wichís sea noticia


Por Pedro Patzer



La mayoría de los argentinos sólo conoce la existencia del pueblo wichí, por la muerte por desnutrición de sus niños. Traídos de París por la cigüeña, creídos hijos de los barcos, europeos viviendo una experiencia latinoamericana, jugando a ser vaqueros a la caza de Sioux, el mapa cultural del mundo se le instaló con esa mirada: Civilización y barbarie. Que lo único que hizo fue hacer crecer la ignorancia. Hacer invisibles a los "bárbaros". El insulto preferido de la clase media argentina, "negro", es el producto de una pedagogía construida por los hijos culturales de los intelectuales que se emocionan cuando recuerdan su primera vez en París , pero se mueren sin conocer Chaco ( la región) no sólo físicamente, sino también  su cultura, su identidad y sus problemáticas.

"Un monte devastado lleno de botellas y bidones de plástico, poblado de pañales descartables,  con la gente que durante milenios conoció la nutrición del monte, ahora consumiendo refinados es la solución? ¿Es el paliativo?¿Gente de buena voluntad que se traslada por unas semanas a las zonas indígenas a brindar ayuda y a vivir la experiencia y deja una huella poblada de ausencia?. En tanto, los argentinos urbanos nos compadecemos, nos conmovemos y seguimos sin conocer nada más que los superficiales informes de desnutricion y muerte.” Este pensamiento es de la antropóloga y artista indigenista Silvia Barrios, que consagró su vida a recuperar las manifestaciones culturales de los wichís. Su reflexión nos invita a sacarle la careta a la agenda de noticias y de la cultura de una sociedad que actúa como si fuera una delegación de los cascos azules y se acerca a la problemática indígena, sólo cuando se desata la tragedia. Mas no trabaja para incorporarlos a la mirada cultural cotidiana de la nación . De modo que los wichís son datos eclécticos, postales exóticas, sermones de guías de museos describiendo una momia. La cultura argentina  debe dejar de mirar a nuestros pueblos originarios como el paleontólogo escruta  los fósiles de dinosaurios, y promover acciones para integrarlos. Porque los canales de noticias nos informan cómo mueren los wichís, pero nunca retratan cómo viven. Pareciera que nuestra sociedad en una hipocresía sin límites solo se acerca a estos indígenas ante la muerte. Se relacionan con ellos cuando mueren.

Silvia Barrios manifiesta, que se debe promover una  integración comprenda la complejidad de su cultura. Y es cierto, no podemos seguir con las aspirinas culturales. No es la (única) solución llevarle bolsones de arroz y fideos y medicinas, la auténtica solución es dejar de hacer de su monte un desierto, y de su río un cementerio de agua. En sus árboles y en su monte estaban sus alimentos y sus medicinas, sus plantas sanadoras, en su río latía la fuente de su existencia. En la tv y en los diversos portales denuncian que mueren los wichís, mas.no dicen que somos los fanáticos del dios consumo, y de la cultura unilateral, sus verdugos.

Un río no es sólo es lo que wikipedia dice que es un río. Un río es un Dios para el wichí, un dador del sustento y de la medicina natural. Si por los agrotóxicos se envenena el río, matamos a Achaj, entre los wichís , el Padre de los Peces. un Dios, que ha alimentado por siglos a esa comunidad.

Cada vez que derribamos un árbol, matamos, también un Dios, pero también un proveedor de alimentos y de remedios, con los que por siglos los wichís, se alimentaron y se curaron. Potsejalai. Deidad wichi que propicia el desarrollo de los frutos silvestres. Tapiatsol. en su mitología es el que enseñó a plantar semillas de melón, sandía, porotos y otras especies cultivables que recuperó después del diluvio. Estos dioses, esta cultura, esta pedagogía en forma de dioses, muere cada vez que el desmonte avanza.

Silvia Barrios, agrega: "El único camino es que esta ola verde,  la conciencia ambiental que crece en el corazón de los nuevos guerreros que se saben hijos de la Tierra, difunda,  exija y presione a los que toman las decisiones para ejecutar medidas estructurales desde un verdadero conocimiento y con la participación de los pueblos indígenas, ejerciendo además el control sobre las millonarias sumas (y sus responsables) que se asignan al tema y que no se sabe a dónde van"

Cuando transcurran  semanas y la noticia de la muerte de los niños wichís pase de moda, la gente de bien deberá trabajar para denunciar que su monte, su río y sus dioses se ven acechados por los depredadores que tiene cómplices que creen que cambiando de canal, los problemas se terminan y los wichís vuelven a ser invisibles.

2/13/2020

La máquina de la gente que habla sola


por Pedro Patzer

Fueron muchos siglos de hombres y mujeres considerados locos por hablar solos. No me refiero  únicamente a los años de los Hamlet y de los Julio César, lanzando monólogos shakesperianos sin que nadie les respondiera, o quizás sólo sus fantasmas, como les sucede a los otros que hablan solos. También considero a las generaciones de presos en calabozos dialogando con la luna cautiva, de afiebradas muchachas en conventos susurrando al oído de los amantes imaginarios, de Galileo anunciando para sí mismo: “E pur si muove”; de San Francisco de Asís hablando con los pájaros, de Dorrego, segundos antes de que el pelotón de fusilamiento ejecutase una de las máximas atrocidades de la historia argentina, perdiendo a viva voz su última discusión con Dios, ese que Lavalle no llegaba a ver, ni a escuchar, desde la distancia que separa a un verdugo de un condenado. Hasta el náufrago en la isla intercambiando ideas con las palmeras y el hijo de un Dios en la cruz  exclamando:”Perdonalos Padre, no saben lo que hacen”
Luego de tantos siglos de soledad, unos locos quisieron hacer justicia, se subieron a la azotea del mundo y le dieron a los incomprendidos la máxima invención: la máquina de los que hablan solos, la radio! Y no sólo dejaban de ser locos los que hablaban solos, también dejaron de serlo aquellos que escuchaban voces, cuando nadie se detenía a hablarles! A partir de ese momento el mundo se llenó de cuerdos que hablaban solos frente a un micrófono, y de otros cuerdos que hacían lo propio frente al aparato de radio. Así se iniciaron milagros de radio, desde el burrero que vivía con la radio pegada a la oreja, al paciente que en la cama de hospital se despedía de la vida, con un rosario y una radio en sus manos. De camioneros que ya no le tuvieron que temer a lo que calla la noche en los caminos, a pobladores de comarcas aisladas que comenzaron a comunicarse: “La señora Orfelina Marín de 55 años, hija de Celestino Marín y Rudecinda Peralta busca a sus hermanos (Aurora, Anastasio, Carlos Segundo, Rudecinda Esther, Raúl, Alicia Haydée y Mario) a quienes no ve desde los 11 años, momento en que marchó a Buenos Aires con la familia Canossa” (21 de diciembre de 1995, recopila el libro: “Mensaje al poblador rural” de Jorge Piccini). Milagros de radio como los de hacer reír a un país en épocas en la que la felicidad estaba prohibida, o hacer imaginar a una nación cuando el ejército de la literalidad invadía los ministerios , las escuelas y los corazones.
Una radio apagada, es como un libro cerrado, como una habitación vacía, luego de muchas noches de amor. Porque una radio encendida es la vida y el canto, como bien nos enseñó Antonio Carrizo, el San Martín de la radio argentina,
Como el español es uno de los pocos idiomas que posee  el plural de la palabra soledad, “soledades”; la radio del mismo modo, es el único medio que consigue hacer que la gente comparta su singular soledad, hasta transformarla en la gran compañía de muchos.

1/14/2020

La camisa a cuadros del hombre que acaban de detener, la compró su hijo con el primer sueldo.

por Pedro Patzer

La camisa a cuadros del hombre que acaban de detener, la compró su hijo con el primer sueldo. La eligió de ese color para que hiciera juego con sus ojos. Hace tres años que su padre está desempleado, desde que cerró la fábrica de zapatos en la que trabajó por más de dos décadas. Las manos de los oficiales que imprudentemente tocan la camisa ignoran que su hijo la adquirió para que él la luciera en las entrevistas laborales. Las manos de uno de los dos oficiales que sostienen al detenido, algunas veces han rasgado una guitarra, aunque de tanto insistir con los entrenamientos policiales, la música se volvió algo más difícil de palpar. Dentro del patrullero la camisa parece perder el color, y el esposado, un desconocido. Los transeúntes miran como se mira a un delincuente. Un destello de sol se posa sobre su rostro, una madre pasea a su bebé, los camiones siguen trasladando las vacas al matadero, en algún mar un cantante pasado de moda canta boleros en un crucero. Los relojes continúan con sus preguntas, los trenes siempre yendo a los mismos lugares, pero el detenido sabe que los relojes en ese momento dan otra hora, y que todos los trenes del mundo, en ese instante, están yendo hacia otra parte. Y que él no es un hombre en un patrullero, que es Alfredo padeciendo, tal vez, el peor momento de su vida. Un niño se acerca a la ventanilla y lo mira, Alfredo se da cuenta de que toda esta tragedia comenzó en el momento en que le hurtaron esa mirada que una vez tuvo. Los teólogos discuten sobre la diferencia entre el querubín y el serafín; los ornitólogos sobre el ave que más trina; los que se dicen especialistas en “seguridad”, en sus simposios distinguen al hurto del robo, sostienen que tanto el robo como el hurto implican el hecho de apoderarse de un bien ajeno, pero la diferencia estriba en que en el robo hay violencia. La escuela, la familia, alguna novia, los amigos, también, le quitaron sin violencia esa mirada libre. O tal vez se deba discutir más sobre qué es la violencia. Cuánto muros se construyen sobre lo que verdaderamente importa, quiso pensar en ese momento Alfredo. Se da cuenta de que la voz que sale del handy del policía parece la del relator de fútbol de una radio barrial. No es una voz severa, pero tampoco es una voz que haga lucir un padrenuestro. Alfredo había elegido esa mañana la camisa, porque sintió vergüenza de que su mujer lo viera otra mañana en su casa, por lo que le dijo que tenía una entrevista de trabajo. Ya en la calle, las cosas se dieron como la mentira suele desatar sus pequeñas guerras. Cae la noche y las luces del patrullero tienen algo de encantador, algo de Navidad, qué culpa tienen las luces que las hayan confinado a un auto que traslada detenidos.

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...