Hay artistas que consiguen hacer de sus obras, auténticos postales de su pueblo, sin embargo, hay un puñado, los elegidos, al decir de Yupanqui, que logran hacer de su arte, el río de su gente, río al que jamás los cartógrafos oficiales podrán ponerles nombres, ni la prefectura límites, porque es el río del que beben los sedientos de los países escondidos en nuestro país, río en el que ellos se alivian y reconocen, río que conduce siempre hacia el mar de la identidad. Mercedes Sosa consiguió ser el río de su pueblo, y a través de su corriente enseñarle a los argentinos y al mundo, los auténticos rostros del país reflejados en sus aguas, como su cara “aindiada” que custodiaba en cada rasgo el gesto quichuista de sus abuelos santiagueños, semblante, que, como tantos otros, jamás protagonizan las publicidades y muy pocas veces terminan siendo estatuas. Sin embargo, son los rostros que permiten alcanzar la expresión de la raíz de los habitantes más olvidados de la Argentina.
SOY PEDRO PATZER. ARGENTINO, LATINOAMERICANO! MI ABUELO VINO EN UN BARCO PERO YO VENGO DE MÁS LEJOS,MI DESTINO ES LA PACHAMAMA
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