
Un día después de la palabra,
volví a concebirme en el camino
aprendí el perfume de la flor de la existencia,
contemplé con la alegría
los jardines azules de la fe,
una luz besó mi nombre,
no fui más un náufrago en las constelaciones,
dejé de temerle a la luna y al sol,
la enfermedad de la realidad
no manchó mi horizonte,
ya nadie envejece en Dios,
los mendigos del ser
ya no esperan las monedas del destino,
el accidente del día ahora es milagro en tus ojos,
dejé se ser preso en los colores
para ser dueño de mi imaginación,
traduje el idioma de los árboles,
lo que dice la aurora sobre la página en blanco
del libro que soy,
las leyes del mundo construyeron mi dolor,
la prepotencia de la vida mi felicidad,
la sombras de mi mente
hoy son el muelle donde zarpan las naves
que vencen a la tempestad,
dos manos se unen,
dos caminos se juntan,
mente y espíritu,
la vida va…!
Ya el cielo no ignora mi noche,
soy un modesto instrumento de la próxima aurora,
una semilla más de la venidera brisa,
un aporte silencioso al misterioso paisaje de los sueños,
no importa quién venga,
que la hora quede vacía,
que los pianos callen sus plegarias de marfil,
estaré yo, escuchando la música del más allá,
el canto profundo de la vida,
el pentagrama trascendente de mi existencia.
volví a concebirme en el camino
aprendí el perfume de la flor de la existencia,
contemplé con la alegría
los jardines azules de la fe,
una luz besó mi nombre,
no fui más un náufrago en las constelaciones,
dejé de temerle a la luna y al sol,
la enfermedad de la realidad
no manchó mi horizonte,
ya nadie envejece en Dios,
los mendigos del ser
ya no esperan las monedas del destino,
el accidente del día ahora es milagro en tus ojos,
dejé se ser preso en los colores
para ser dueño de mi imaginación,
traduje el idioma de los árboles,
lo que dice la aurora sobre la página en blanco
del libro que soy,
las leyes del mundo construyeron mi dolor,
la prepotencia de la vida mi felicidad,
la sombras de mi mente
hoy son el muelle donde zarpan las naves
que vencen a la tempestad,
dos manos se unen,
dos caminos se juntan,
mente y espíritu,
la vida va…!
Ya el cielo no ignora mi noche,
soy un modesto instrumento de la próxima aurora,
una semilla más de la venidera brisa,
un aporte silencioso al misterioso paisaje de los sueños,
no importa quién venga,
que la hora quede vacía,
que los pianos callen sus plegarias de marfil,
estaré yo, escuchando la música del más allá,
el canto profundo de la vida,
el pentagrama trascendente de mi existencia.
PEDRO PATZER