por Pedro Patzer
El que desconoce su corazón (el que ignora de qué está hecho su corazón) jamás encontrará su canción, será un inquilino en el balbuceo del mundo y por más que se sumerja en el río, jamás será el río (y mucho menos alcanzará el himno de sus ahogados) y por más que alcance la cima de la montaña, jamás será la montaña (los sabios nos han enseñado que no hace falta escalar la montaña para ser su cima) y por más que amanezca, jamás será el día y su noche será el libro cerrado del alma, la orilla no alcanzada por los que nunca le han hecho preguntas al río, por los que siempre permiten que el desierto hable en nombre de ello
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