La tristeza es el juguete de los resignados,
la renuncia a abrir el libro y la brújula
que traen el dolor,
la voluntaria ceguera del náufrago
que se niega a reconocer el faro,
a descifrar el mensaje,
a echar a andar el misterioso tren
por los caminos que
- por tanto tiempo -
proscribieron las antiguas vías
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