12/26/2020

De Bueyes Encontrados

por Pedro Patzer


Nos hablan todo el día sin palabras

o con palabras donde nunca nace una flor

ni cultivan sus fuegos los dragones.

Candados y anclas, 

vinos que no dan alas,

economistas que denuncian el déficit que significa

hacerle caso al alma

Héroes y heroínas de las horas hábiles

que jamás acceden al territorio de la hora 25

y que nunca han contemplado

el amanecer en los ojos de las criaturas y las cosas

que la mayoría considera invisibles,

ni han vivido  los verbos como el espacio en el que

alcanzamos el balbuceo del oleaje y lo que grita la montaña,

ni experimentado algunas presencias como jardines

o ciertas miradas como confines.

Los bueyes perdidos son los viajes hacia las corbatas y el eslogan,

el café sin sabor y el atardecer que pasa indiferente entre los muros,

en los que nadie ha estampado su alarido de aerosol.

Los bueyes perdidos, los “te quiero” como bostezo, 

la pornografía como depredadora de la sensualidad,

los goles que hacen los profesionales,

los televisores poblados de inquilinos de la realidad,

huérfanos de metáforas, devoran sólo aquello

que no quita el viejo hambre,

ni despierta la otra sed.

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