1/19/2025

En el fondo de todo hay un jardín


Hace días asistí a la situación más dolorosa de la que tenga memoria, un padre y una madre despidieron a su pequeño hijo muerto en un accidente. Conmocionado, pensaba en lo injusto y en lo inexplicable, y si habría alguna manera de aliviar semejante dolor. Al día siguiente mi hija me pidió que la llevara al Jardín japonés y allí me encontré con un "Hibaku Jumoku", así se denominan a los árboles que sobrevivieron a las bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Los hijos y las hijas de aquella tragedia se han dedicado a esparcir sus semillas en lugares del planeta donde la paz y la memoria estén amenazadas. Ellos aprendieron que el horror siempre se vence con algo que florece, como también nos enseñó Walt Whitman en sus Hojas de Hierba, aquello de que siempre de lo que muere algo nace.
En sus atormentados insomnios, Alejandra Pizarnik solía telefonear en plena madrugada a la poeta Olga Orozco para preguntarle desesperadamente:
- Olga, decime por favor que en el fondo hay un jardín
- Alejandra, ¡en el fondo de todo hay un jardín, hay un jardín!
- ¡Muchas gracias! (Alejandra corta)
Quizás luego de aquella confirmación fue que Alejandra escribió: “en la otra orilla de la noche/ el amor es posible” Y ante el dolor inconmensurable de esa madre y ese padre que perdieron a su hijito, se me figura la otra orilla de la noche y pienso que si hay algo tan inexplicable como la muerte eso es el amor. Cuando Facundo Cabral perdió a su pequeña hija y su mujer en un accidente aéreo, lo llamó la Madre Teresa y le dijo: "Facundo, ¿qué vas a hacer con todo el amor que te sobra?"
El amor que está tan devaluado que lo han intentado convertir en un “producto” más del mercado, entre algoritmos de tinder y gente que lo confunde con estar desesperadamente con alguien, o con cumplir con un mandato de la sociedad, tal como actualizar el documento o pagar los impuestos, pero el amor es algo tan poderoso que es lo único que le hace sombra a la muerte, porque él tiene en su esencia la otra lógica, rompe el camino lineal de los mortales, instala sus laberintos y jeroglíficos donde lo humano y lo divino se hermanan, porque en su esencia de sinrazones está la raíz que sostiene el sentido de la vida.
Yo no sé si hay algo se le pueda decir a un padre y a una madre que perdieron a su hijo, pero estoy seguro de que es el amor el lugar donde comienza el horizonte de los sobrevivientes.

Pedro Patzer

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