La palabra “Madre” me consuela,
digo nave y algo de mi zarpa saciando mi hambre de infinito,
pienso en ella, y no es necesario buscar inmortalidad en otros sitios,
anhelo que caiga una lluvia que corrija tanta pobreza y realidad,
sé que hay seres danzando un otro lado,
viejas tejiendo el arco iris,
una sed que hace chiquito al mundo que propone el nunca de siempre,
sé que si no hay súbditos, no hay reyes
y el imperio de lo feo, caería con un solo gesto de ternura,
digo soledades, y no hay violín que no me enseñe el adn de Dios,
la belleza del ser humano por subsistir en el drama,
los mercaderes del naufragio callarían
con sólo enterarse de que alguien ha aprendido el alfabeto del poniente,
de que alguien domina la hierba de lo sensible,
la canción que suda el moribundo, el cristo de la tempestad
lo que reza la prostituta en auroras sin cuerpos,
dejame entrar en la luz de la palabra,
lo que ignora mi eternidad, es lo que aprende lo que muere
no vine acá para ser un esclavo del día,
una mancha gris en los muros de la historia,
un acorde cansado en los desiertos de la hora,
el viajero sólo llega cuando se desconoce,
desnudame y quitame el nombre,
mi yo es un escalofrío que no elegí,
mi ser es este otoño, esta prepotencia de mares,
este poema
digo nave y algo de mi zarpa saciando mi hambre de infinito,
pienso en ella, y no es necesario buscar inmortalidad en otros sitios,
anhelo que caiga una lluvia que corrija tanta pobreza y realidad,
sé que hay seres danzando un otro lado,
viejas tejiendo el arco iris,
una sed que hace chiquito al mundo que propone el nunca de siempre,
sé que si no hay súbditos, no hay reyes
y el imperio de lo feo, caería con un solo gesto de ternura,
digo soledades, y no hay violín que no me enseñe el adn de Dios,
la belleza del ser humano por subsistir en el drama,
los mercaderes del naufragio callarían
con sólo enterarse de que alguien ha aprendido el alfabeto del poniente,
de que alguien domina la hierba de lo sensible,
la canción que suda el moribundo, el cristo de la tempestad
lo que reza la prostituta en auroras sin cuerpos,
dejame entrar en la luz de la palabra,
lo que ignora mi eternidad, es lo que aprende lo que muere
no vine acá para ser un esclavo del día,
una mancha gris en los muros de la historia,
un acorde cansado en los desiertos de la hora,
el viajero sólo llega cuando se desconoce,
desnudame y quitame el nombre,
mi yo es un escalofrío que no elegí,
mi ser es este otoño, esta prepotencia de mares,
este poema
PEDRO PATZER
JUNIO 2007, OTOÑO, BUENOS AIRES
6 comentarios:
¡Hola Sonia!
¡Hola Pedro!
Qué bien, qué bien ¿por dónde andan?
Beso, Romana.
mi yo ...es un escalofrío ... mares en prepotências .... que otoño es este ...
la vida ...se desconoce ...desnudame ...
que lindo .... que lindo
abraços da amiga .... de mares e sal
Por acá también se respira un aire como de hojas caídas que podrían crujir entre suelas.
Un besote, Pedro.
Bienvenido el lazo que vuelve a unirnos.
Abrazo esa prepotencia de mares, tu ser otoño, tu poema...
Que lindas palabras Pedro...que hermoso serìa, sobre todo que caiga esa lluvia sanadora en el mundo...y que despuès se convierta en tormenta de soles que iluminen tus palabras como en este alfabeto que nos regala tu otoño...
peter, somos los nerds ... te mandamos un fuerte abrazo. estamos en el sheratton recordando buenos momentos en el 4... que epocas...
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