Los profetas hablan de escuchar la chispa divina,
los griegos de convocar a la musa,
los surrealistas al sueño.
Los mapuches tienen como misión alcanzar el canto sagrado,
Lorca llamaba a despertar al duende,
Demócrito a arrancarse los ojos.
Siempre el humano sospechó que era algo más que una sombra de carne y hueso,
quizás la música de este mundo,
que había comenzado en otro mundo,
algo así como un mensaje, que entre
risas de niños y lamentos de moribundos,
viene a descifrar.
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