Glenn Gould, pianista canadiense, que desde 1974 es joven en la muerte; sacude en su piano de pasados, eso que alguna vez Bach sacó de su espíritu – o esa cosa, que quizás haya sido el mismismo Dios, o Buda, o Mahoma, o el padre de todos los árboles – y lo transcribió en un pentagrama.
Gould, me hace llorar riendo, su manera de devolverle al mundo a Bach, es tan trascendente, que la noche se pone celosa, cuando este canadiense irrumpe en mi departamento de Buenos Aires.
¿El que inventó el piano habrá tenido noción de la peligrosa arma que estaba trayendo al mundo? ¿El que le enseñó a tocar el piano a Glenn Gould habrá tenido conciencia de la contribución que le estaba haciendo a lo infinito? ¿El que inventó a Bach, habrá pensado lo celoso que se pondría Dios?
Pedro Patzer
Gould, me hace llorar riendo, su manera de devolverle al mundo a Bach, es tan trascendente, que la noche se pone celosa, cuando este canadiense irrumpe en mi departamento de Buenos Aires.
¿El que inventó el piano habrá tenido noción de la peligrosa arma que estaba trayendo al mundo? ¿El que le enseñó a tocar el piano a Glenn Gould habrá tenido conciencia de la contribución que le estaba haciendo a lo infinito? ¿El que inventó a Bach, habrá pensado lo celoso que se pondría Dios?
Pedro Patzer
3 comentarios:
Com esta bela descrição, também gostava de o conhecer.
E gostei de conhecer o blog!
Beijito,
Que gusto conocer tu trabajo, Pedro. Nosotros somos de Colombia. También creemos que las cosas pueden ser distintas. Un abrazo.
Y ¡gracias a ti por decirlo con tanta pasión!.
Abrazos infinitos.
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