4/25/2006

FLORES Y VERGÜENZA - PEDRO PATZER

El aroma a café despereza a la otoñal tarde, que ofrece un cansado sol que apenas algunos parroquianos advierten; los que leen los periódicos mientras apuran un café, lo ignoran, sin embargo, quienes se dejan llevar por el desencanto de la televisión, que muestra como millonarios campeones corren detrás de una pelota, cada tanto observan la calle, aunque sospecho que lo hacen para verificar que la realidad sigue allí, que de un momento a otro no aparecerán en la selva o el desierto, aunque esto último puede despertar alguna polémica filosófica. En ese momento en que los lectores de periódicos y televidentes deportivos llenan de tristeza a este bar de Buenos Aires, una niña ingresa con flores; su rostro parece sucio, como si estuviera manchado por la misma aurora que nunca empuja al mundo un día mejor; algunos la observan de reojo, la nena acerca las flores a los lectores de periódicos que levantan un segundo sus miradas, como si pensaran que darle una moneda a la criatura sería alimentar a la miseria de los padres que la explotan y su alta moral no puede contribuir a esa industria catastrófica, la misma moral que dejó en la calle a más de veinte familias, para lograr un mejor “beneficio” para la multinacional que le dio la oportunidad de demostrar sus cualidades de abogado; el lector de periódico interrumpido, dirige su vista al mozo, que toma envión y se acerca a la descalza: “ya te dije que no” Los televidentes deportivos se molestan, sucede que están conmovidos por la belleza de juego de un brasileño, y necesitan concentrar su espíritu para admirar semejante lección de fútbol. El mozo agarra fuertemente las flores, como si esa primavera clandestina y agotada estuviera ensuciando de melancolía a la mesa del bar. Antes de irse, la niña mira a todos - quienes siguen en su universo de ciudadanos enfilados en el ejército del “qué se yo” – los contempla con odio y también me mira, me dispara con una de esas astromelias marchitas, a mí, que estaba leyendo la biografía de Van Gogh, que se arrancó la oreja y se la envió en un sobre a una puta, porque entendió que hay gente que necesita ser escuchada de manera especial; entonces, me arranqué mis mentiras, bajé mis ojos hasta la miseria y seguí leyendo. La nena regresó al barrio de la indiferencia y yo perdí otra vez la batalla del mundo, aborté nuevamente la revolución.

4/24/2006

FLORES Y VERGUENZA - PEDRO PATZER

El aroma a café despereza a la otoñal tarde, que ofrece un cansado sol que apenas algunos parroquianos advierten; los que leen los periódicos mientras apuran un café, lo ignoran, sin embargo, quienes se dejan llevar por el desencanto de la televisión, que muestra como millonarios campeones corren detrás de una pelota, cada tanto observan la calle, aunque sospecho que lo hacen para verificar que la realidad sigue allí, que de un momento a otro no aparecerán en la selva o el desierto, aunque esto último puede despertar alguna polémica filosófica. En ese momento en que los lectores de periódicos y televidentes deportivos llenan de tristeza a este bar de Buenos Aires, una niña ingresa con flores; su rostro parece sucio, como si estuviera manchado por la misma aurora que nunca empuja al mundo un día mejor; algunos la observan de reojo, la nena acerca las flores a los lectores de periódicos que levantan un segundo sus miradas, como si pensaran que darle una moneda a la criatura sería alimentar a la miseria de los padres que la explotan y su alta moral no puede contribuir a esa industria catastrófica, la misma moral que dejó en la calle a más de veinte familias, para lograr un mejor “beneficio” para la multinacional que le dio la oportunidad de demostrar sus cualidades de abogado; el lector de periódico interrumpido, dirige su vista al mozo, que toma envión y se acerca a la descalza: “ya te dije que no” Los televidentes deportivos se molestan, sucede que están conmovidos por la belleza de juego de un brasileño, y necesitan concentrar su espíritu para admirar semejante lección de fútbol. El mozo agarra fuertemente las flores, como si esa primavera clandestina y agotada estuviera ensuciando de melancolía a la mesa del bar. Antes de irse, la niña mira a todos - quienes siguen en su universo de ciudadanos enfilados en el ejército del “qué se yo” – los contempla con odio y también me mira, me dispara con una de esas astromelias marchitas, a mí, que estaba leyendo la biografía de Van Gogh, que se arrancó la oreja y se la envió en un sobre a una puta, porque entendió que hay gente que necesita ser escuchada de manera especial; entonces, me arranqué mis mentiras, bajé mis ojos hasta la miseria y seguí leyendo. La nena regresó al barrio de la indiferencia y yo perdí otra vez la batalla del mundo, aborté nuevamente la revolución.

4/21/2006

VIOLÍN Y LAS MISMAS CUESTIONES



PODEMOS TRATAR IR Y VENIR, SIN EMBARGO, SIEMPRE LA CUESTIÓN RESULTA SER EL SER; LA EXISTENCIA, O SI SE QUIERE ESA IDENTIDAD DE LA ESENCIA.
Les presento una fórmula eficaz para no morir el domingo, el Bosco: a mi entender uno de los mejores pintores del color humano.

4/12/2006

Y SI ES POSIBLE LO INEFABLE

Y SI ES POSIBLE LO INEFABLE, LO VIDA QUE NO ALCANZAN LAS PALABRAS, LOS VERBOS DE ARENA ANTE LAS TEMPESTADES DE LA PERCEPCIÓN, QUÉ PASA CON ESAS PALABRAS QUE NO TIENEN LA CAPACIDAD DE RECUPERAR A ESA MUJER EN EL LENGUAJE, LA IMAGINACIÓN ES TAN PODEROSA, QUE A VECES NO NOS DEJA TRADUCIRLA EN PALABRAS. ¿ACASO ALGUIEN HABRÁ INTENADO PONERLE UN NOMBRE MÁS ACORDE, AL SONIDO DE UNA CAMPANA EN EL PONIENTE DE DOMINGO?

EXTRANJEROS:

CAMUS TENÍAS RAZÓN, CADA VEZ ME SIENTO MÁS EXTRANJERO

PEDRO, OTOÑO 2006

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...