2/16/2012

Antes de recorrer mi camino yo era mi camino


Antes de recorrer mi camino yo era mi camino
por Pedro Patzer*

Silvana murió a los cuarenta años. Tenía cáncer, aunque yo sé que ella tenía una obligación cósmica, una cita con la flor que supera el cuerpo e inicia el otro jardín; porque ella tenía un destino de pájaro, un sino de luz y trascendencia, un compromiso con la montaña, un acuerdo con alguna constelación.
Al enterarme de su muerte, abrí un librito que llevaba en mi mochila: Voces, del poeta Antonio Porchia, y éste me entregó unos versos: “Antes de recorrer mi camino yo era mi camino” Comprendí que Silvana ya era antes de morir, lo que es hoy.. Silvana era y es el hermoso paisaje que uno puede hallar en el olvido, y la agitada música del amor; era y es el pan crujiendo en mesas desnudas y el banquete que sólo puede alcanzar el hombre que sabe ayunar. Porque Silvana hoy es lo que era, porque ella consagró su vida al horizonte, cómplice de las alturas, vivió denunciando el mundo chiquito, aquel que cotidianamente renuncia al milagro de existir, aquel que se aferra a lo seguro y no se sumerge en las aguas de lo sublime. Silvana es hoy lo que fue. Esta es mi manera de rezar por ella:
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, era lo que besa el horizonte, el mar que el niño mejora con sus crayones, el pájaro que se escapa de la jaula de oro, la travesía del viento por la nostalgia humana, el perro desenterrando el hueso de otro mundo, la nave que se burla de los radares, pero se entrega al canto de las sirenas.
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, era el poema que mi madre nunca escribió pero siempre ejerció en su ternura, la flor que crece en la celda, la palabra lluvia en el cuaderno de primer grado, los pasos que olvidan los enamorados en la arena, el fusil que no puede herir lo trascendente, el petroleo que no tienta al sediento, el oro que sólo hallan los que aman, la nube que desprecia al cazabombardero, los que despiertan y sólo beben rocío, los que son militantes de la aurora, los que se cambian el nombre cada vez que aman,
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, era los que aprendieron a ignorar la suicida lección del mundo, los que nos regalan un silencio poblado de todos los idiomas, la estrella que el mapuche alcanza en su canto, el piano que recupera toda las sinfonías de los ausentes, los zapatos de domingo del humilde, lo que sabiamente calla la vieja locomotora, las algas que cuelan en la red del pescador, la campana que en la escuela pobre anuncia la merienda, el colibrí que le convida un poco de vida al moribundo, el naranjo que sigue dando su fruto, pese a tantas teorías de mercado.
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, la palabra en la boca del justo; la mirada del que no se dejó corromper por tanto horror, el que es hijo de un sueño; el que asume compromiso con lo bello; el que reconoce en su Libertad interior el nacimiento de un nuevo mundo; el que se reconoce poblador de todo eso que sucede en los colores, entre el amanecer y el atardecer, el que no necesita ganar para conocer el triunfo, el que es dueño del día (y no inquilino de la hora prestada)
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, el que se hace pariente de los barcos y los puentes y le hace cosquillas a las estatuas y anda convencido de que con un ramo de atromelias se puede hacer milagros, al que le entran gana de bailar el vals de adentro y ve en los escombros una victoria del cielo.
Antes de recorrer mi camino yo era mi camino, era lo que recuerda el río y lo que prefiere olvidar el desierto

2/03/2012

CUIDADO SI DESARROLLA SU SENSIBILIDAD!


Cuidado si desarrolla su sensibilidad, porque comenzará a ver el arco iris en lugares y cosas, donde la dormida mayoría sólo ve un zapato, un monumento o un día hábil (los empleados municipales sólo se enamoran los días hábiles, aunque suelen morir en días no laborables) Y comenzará a no entender la lógica del reloj (la medida de su tiempo será el amor) y a intuir más la nostalgia de los buzones, o el trabajo artesanal del musgo sobre las estatuas.
Cuidado si desarrolla su sensibilidad porque comenzará a hallar telarañas sobre los músculos de los héroes, crímenes en algunos silencios y en ciertos aplausos, heridas mortales en hechos que para la muchedumbre, sólo son acciones normales de lo cotidiano. Tenga cuidado si desarrolla su sensibilidad, porque tal vez llore por el naufragio de Noe, y por la soledad del desierto (que se ha quedado sin tentaciones de Cristo);  cuídese si desarrolla su sensibilidad porque quizás comprenda al volcán y  su necesidad de hacer llegar las piedras secretas del mundo, a alguna parte del cielo, y esto hará que los restos de su infancia, reclamen sus juguetes perdidos y su futuro de fantasma, exija sus otras dimensiones. Desarrollar la sensibilidad significa hacerse parte de la fauna del Misterio, cómplice de todo lo que la campana sacude con su movimiento dominical y provinciano, amigo de todo aquel que busca en un libro, pájaros y en un acordeón, ríos.
Cuidado si va a desarrollar su sensibilidad, porque los árboles desatarán ruiseñores imaginarios, y darán frutos que saciaran el otro hambre, quizás el hambre de Adán, hambre que destierra del Edén, o tal vez hambre que destierra de la pobre realidad. Porque si desarrolla su sensibilidad comenzará hallar cementerios de luciérnagas y nidos donde la aurora empolla sus huevos, nidos donde todo lo que amanece engendra hijos, nidos donde el porvenir compone cantos de cuna.
Cuidado si desarrolla su sensibilidad, porque se dará cuenta que todos llevamos la Belleza del mundo dentro, y cuando entienda eso, comenzará a querer volar como Leonardo, e intentará encender el verbo minero como César Vallejo, y a aprender el lenguaje de las mariposas, como cualquier viejo maestro de escuela rural. Comprender que podemos ser la Belleza del mundo, parece difícil, sin embargo, el  hombre de manos rústicas que desata en la guitarra una milonga parecida a todo lo que dejaron de decir sus muertos, lo demuestra, como lo hace, también,  la tejedora belenista al alcanzar en su tejido, un nuevo color de la ancestral espera.
Cuidado si desarrolla su sensibilidad, porque los herederos de la vulgaridad del mundo, le cambiarán el nombre, le declararán la guerra, lo despreciarán, sin embargo usted no deberá olvidar, que el mar siempre estará de su lado, que el rocío siempre será su hermano, y que usted, como bien dijo Pablo Neruda, ha nacido para nacer.
Si va a desarrollar su sensibilidad, tenga en cuenta que la Libertad vendrá por usted, aparecerá para pedirle sus ropas y sus espadas, sus diamantes y sus limosnas, sus prejuicios y sus deseos, y lo llevará andar por el milagro que hacen los hombres: ese que demuestra que el Paraíso (para los que realmente están vivos) es acá.
 PEDRO PATZER, FEBRERO DE 2012

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...