5/08/2007

Prepotencia de eternidad


A Héctor Larrandart

Las palomas insisten con una “V” en los cielos de Buenos Aires, y los árboles con cal padecen todo los verbos sepias del otoño; el milagro se extraña y los colores ofrecen una pereza melancólica.
En medio de este repertorio de imágenes, el dolor: se murió Héctor, el padre de Ricardo, un gran amigo. Buenos Aires compuso epitafios de agua, y nuestros ojos supieron emularlos. Sin embargo, don Héctor se hizo el nuevo emperador de todos estos artefactos de la nostalgia, que en este otoño acuden a mí.
He perdido la fe, siento. Pero paradójicamente sospecho que Héctor no está lejos, las constelaciones lo reciben en el azul más elegante; la lluvia le presta sus juguetes de orquídeas; todas las maderas se unen para ser naves de su nuevo infinito.
Hay miradas que no se van, miradas que son la arquitectura de lo eterno, miradas que manejan los hilos de la ternura de todas las cosas, miradas que desnudan brisas e infancias, que renuevan naranjas en el horizonte, que perfuman los salones de la palabra, que acomodan lo imposible en una caricia, o en un abrazo.
No sé si es fe, pero Héctor vive en la zamba que dice lo que no pueden las palabras, vive en los lugares que no conozco y tal vez nunca conoceré, vive en lo que se está por descubrir, vive en ese segundo en el que una canción, un color, un poema, un amor, nos presta la suficiente prepotencia de eternidad, para seguir vivos



Pedro Patzer

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que orgullo debe sentir tu amigo Ricardo de que estes a su lado, de estas palabras que escribiste a su padre. Tu sensibilidad conmueve y promete la eternidad.

Anónimo dijo...

pedro, entre como quien habre una puerta y no la pude cerrar. quiero llegar a ese puerto, donde realmente descubrimos que la vida esta en detener la mirada de las pequeñas cosa. gracias por todo tu arte.que barbaro descubrir que el corazon nos late con disfrutar de un amanecer y por ello me compre un terrenito en nueva atlantis, y me sentare a mirar el mar...un abrazo ricardo elclanguzman

La cultura popular es el anticuerpo que siempre salva a la Argentina

por Pedro Patzer Aunque nos quieran convencer de que los ladrones de las melodías, de las vocaciones, de los más hermosos vínculos del human...