el horizonte sobornado por ángeles lentos
pero hermosos,
las enciclopedias de la nada
nos aprisionan en herméticas definiciones
debería bastarnos ser milagros y crímenes andantes,
cenizas de mañana,
Darío deja de perseguir cisnes en la poesía,
Lorca regresa de las tabernas amarillas de New York
somos el verbo imaginario de un idioma que nadie inventará,
el río de luz sobre la rama que nadie contempla
pero si no aprendo el abrazo, de nada sirve todo esto
algo más que cadáveres, somos los que le ponemos nombre
a lo que no existe,
pEDRO pATZER
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