Un buen día que se dice cuando la noche ya lamió el antiguo ropaje de los pájaros. Buen día en los expedientes, y en las credenciales, mas buenas noches en esta mirada, aunque sea la mirada del alba, aunque los francotiradores de oficina, ensayen su torpe puntería.
Diez horas más tarde, un buen día. ¿Acaso en otro continente ha quedado aquella noche, de cuerpos y vinos blancos, de naves sin capitanes, mas siempre maniobradas por dos náufragos?
La cenicientas guardan sus encantos secretos, los de después de medianoche, para que en la intimidad, el príncipe elegido, aquel que sólo tiene como abolengo un beso y como un linaje un suspiro bien colocado, los goce hasta la nueva luz.
¿Qué es el desencanto? Que las sirenas callen.
Entonces, pues, que las multitudes aprendan que
Diez horas más tarde, un buen día. ¿Acaso en otro continente ha quedado aquella noche, de cuerpos y vinos blancos, de naves sin capitanes, mas siempre maniobradas por dos náufragos?
La cenicientas guardan sus encantos secretos, los de después de medianoche, para que en la intimidad, el príncipe elegido, aquel que sólo tiene como abolengo un beso y como un linaje un suspiro bien colocado, los goce hasta la nueva luz.
¿Qué es el desencanto? Que las sirenas callen.
Entonces, pues, que las multitudes aprendan que
el mar empieza en algún lugar del silencio
Pedro Patzer
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