La Canción desesperada
Por Pedro Patzer
“Quien quiera ver la luz, que empuñe una canción y despierte” escribió Hamlet Lima Quintana. Pero, ¿cómo se empuña una canción? Tal vez, de la misma forma en que se lee la canción desesperada del veinteañero Neruda: “En ti se acumularon las guerras y los vuelos/ De ti alzaron las alas los pájaros del canto”
¿Qué es una canción desesperada? ¿La vida misma? ¿Tiene la canción desesperada el linaje de nuestras muertes asistidas y nuestras cesarías, de nuestras derrotas y nuestras victorias, de nuestras profesiones y nuestros fantasmas? ¿Retrata a esa estéril costumbre del hombre de jugar a las escondidas con el abismo? ¿Será la misma secreta canción humana que desde el bíblico Cantar de los Cantares a esta parte seguimos buscando?
Quizás la canción desesperada sea, lo que Yupanqui denominaba el canto del viento: “Toda la verdad cantada o llorada por los hombres, los montes y los pájaros van a parar a la hechizada bolsa del Viento” o puede que sea la canción insurgente en la que Horacio Guarany les contesta a los carceleros de lo popular: “mi canto se hace grito, porque el canto me ha quedado pequeño en la garganta /yo traigo el grito de aquel que no ha podido gritar/ que lo que gana no le alcanza” Tal vez, la canción visceral a la que Armando Tejada Gómez adhiere: “toda la sangre puede/ ser canción en el viento” o aquella necesaria que Teresa Parodi proclama: “La canción es urgente, es un río creciendo, una flecha en el aire, es amor combatiendo”
Mariana Carrizo, bagualera de los valles Calchaquíes, retoma la idea de la canción desesperada, cuando dice: “Yo canto para despertar a los cóndores” y sin saberlo Mariana, hace una especie de manifiesto de la baguala desesperada, casi correspondiendo al poeta León Felipe: “Y ésta es la canción del destino, que tampoco olvidan las estrellas” El juglar pampeano Juan Carlos Bustriazo Ortiz, crea una canción agónica, crea la Canción de la sed paisana: “La procesión socarrada/ piensa en el agua soñando/ ningún canto, ningún rezo/ sólo la sed en los labios”
Y no podemos dejar de mencionar al poema nacional: Martín Fierro, la canción desesperada que hace jugar en primera a la Literatura argentina (porque irónicamente nuestra Literatura ha sido jerarquizada por una canción desesperada)
Podríamos dar otros ejemplos de canciones desesperadas: Discépolo escribiendo: “¡Soy una canción desesperada que grita su dolor y su traición...!” o vidalas urgentes a orillas de ríos y selvas, chacareras nacidas del canto hondo del espíritu montaraz, décimas improvisadas por los hijos de Santos Vega, sin embargo todo gira en derredor de lo mismo: la angustia de llevar dentro de una garganta humana, una canción inmortal; la necesidad desesperada de cantar para perturbar al ancestral silencio de los dioses.
Pedro Patzer (publicado en www.boletínfolklore.com.ar)
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