Volver
al maíz, regresar a la vida
por
Pedro Patzer
Volver
al maíz es retornar al río sin las definiciones de los institutos
hidrográficos, al río que habla el idioma del chajá, todavía no
contaminado por los que llegaron para parcelarnos el cielo; volver al
maíz es regresar al río que no envejece, el río que tiene la edad
del mítico yaguarón, el río sin dueños y sin fronteras políticas,
el río sin las precauciones de prefectura sólo con las advertencias
de las leyendas aborígenes, el río que hubo de acunar a miles de
máscaras como parte de la ancestral ceremonia chané, en la que se
celebra la primicia del maíz
Volver
al maíz en un joi joi, en un yaraví, en una arribeña, en un pím
pím! Porque volver al maíz es retornar a la esencia del canto, el
canto que creó el mundo, el canto que hace llover, el canto que hizo
la humanidad, el que urdió el verdadero tiempo: el canto del abrazo
cósmico de la Pachamama.
Volver
al maíz, ser nuevamente el viento sin por qué, regresar a la
primera y desnuda mirada, destrozar al turista de la historia y ser
parte de la resistencia cultural , y ser los bríos de Bolivar y
Martín Fierro, y ser un poco de aquellos que hallan en cada grano de
maíz, un satélite del alba libre de Abya Yala (nombre de nuestra
indoamérica antes de la llegada del conquistador) Volver al maíz es
regresar al tiempo en que esta tierra desconocía la hambruna, y sus
habitantes no necesitaban resignarse a la oscura minería, ni al
fatídico veneno de la soja. Volver al maíz y que el pibe descalzo,
en el invierno del mundo, sienta que hay un sol que lo abriga, un
solcito sagrado que es parte de un Dios aborigen, un Dios pan, un
Dios juguete, un Dios agua, un Dios presente - un Dios futuro.
Volver
al maíz es retornar al Popol Vuh, libro sagrado de la cultura maya
quiché, que nos recuerda que somos hijos de maíz, y que estamos
hechos de maíz: "El primer hombre fue hecho de arcilla y una
inundación lo destruyó. El segundo hombre de madera, y una gran
lluvia lo dispersó. Sólo sobrevivió el tercer hombre. Estaba hecho
de maíz" Aunque también volver al maíz es sostener la lucha
de Paulo Freire alfabetizando a los humildes, proponiéndole al
ladrillero: “Yo te enseño a escribir y tú me enseñas a hacer
ladrillos”
Volver
al maíz es recuperar el auténtico oro de este continente, el sol
oriundo de nuestra tierra, el amanecer del sabor de nuestros pueblos,
la cantata amarilla de nuestro destino: más de doscientos platos
populares de América están hechos a base de maíz: humita, locro,
mote, tamales, rosetas, pororó, palomitas, mazamorra: “La
Mazamorra, ¿sabés?, es el pan de los pobres, La leche de las madres
con los senos vacíos” (Digo la Mazamorra, Antonio Esteban Agüero)
La medicina folklórica, abreva en el maíz: ya sea solo, en grano o
molido y mezclado con sangre de vaca. En las supersticiones, el maíz
dice presente: en la quebrada de Humahuaca se cuelga en las cocinas
la mazorca más grande de la última cosecha para que la próxima la
supere. En la mitología ocupa un lugar sagrado: en la mexicana,
Cintéotl, es considerado dios del maíz y Chicomecóatl, diosa del
maíz, entre tantas otras deidades del maíz. Mientras que para los
incas, Viracocha con una sola palabra hizo nacer el maíz: “yo le
beso las manos al Inca Viracocha porque inventó el Maíz y enseñó
su cultivo”(Antonio Esteban Agüero) y La Mama Sara, era
considerada la madre del maíz. En las ceremonias ancestrales también
lo tienen como protagonista: hechiceros indígenas emplean máscaras
construidas con granos de maíz para presidir ceremonias.
Necesitamos
escuelas de maíz, filósofos de maíz, músicos de maíz, artistas
de maíz, políticos de maíz, corazones de máiz, sueños de maíz,
humanos de maíz, pues el maíz es germen de rebelión, memoria de
ritos y emancipación, alarido ancestral que persiste en los
maizales, eco de los idiomas perdidos que permanecen latentes en sus
dientes que desde hace siglos los custodian.
Volver
al maíz, regresar a la ternura criolla del locro y al milagro del
guiso carrero que tantas veces venció al hambre del pobrerío de
campo, volver al maíz, a ese puente de culturas, en el maíz se
congregan las divinidades indígenas y los cristos campesinos,
porque el maíz hermana mundos, porque el maíz es el único primer
mundo al que deberíamos volver, ya que retornar al maíz es regresar
a la vida, nunca olvidemos que la palabra maíz (de origen taíno)
significa: “lo que sustenta la vida”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario