10/10/2014

Juana Azurduy, mujer revolución


Juana Azurduy, mujer revolución
por Pedro Patzer

La justicia poética hizo que cerca de Potosí , y de su Cerro Rico que empobrecieron los reyes midas de la conquista, naciera una hija de la Pachamama, símbolo de la emancipación continental: Juana Azurduy
Asuntos fundamentales de nuestra indoamérica son femeninos: Mama Pacha, teleseada, chicha, vidala, zamba, chacarera, cueca, tonada, baguala, milonga, Kacharpaya, copla, piedra, montonera, mazamorra, siembra, cosecha, cordillera, vasija, querencia, salamanca, pampa, América. De hecho, uno de los nombres de la revolución de nuestra tierra tiene nombre de mujer: Juana Azurduy
La Azurduy nació un 8 de marzo, día de la mujer (otra metáfora poética de la Historia) aunque esa fecha se eligiera conmemorando a las mártires obreras de Nueva York, los latinoamericanos debemos resignificarla, y celebrar el día de la mujer por el nacimiento de la gran Juana. ¿Cuantas alabanzas y cantos de independencia han pasado de comarca a comarca a través de las Juanas? ¿Cuantos oficios y sabores se han transmitido a través de sus manos, cuántos de sus fervores han corregido la resignación de los hombres, cuántos brazos de Juanas han contenido a los huérfanos de la rebelión de Tupac Amaru, cuántas Juanas han interpretado la llamada ancestral de la América descalza, y han entregado sus hijos a la pasión continental? Juana Azurduy fue la primera ama de casa del continente, si es que entendemos por casa a la Patria Grande. ¿Qué mujer antes que la Azurduy hubo amado a esta tierra de esa manera? Pariente de los vientos aborígenes y del balbuceo de siglos de los andes, el cóndor la trajo del primer cielo, aquel que no tenía a la cruz del sur sino la huella del guanaco sideral. Si bien Juana era hija de don Matías Azurduy, un hombre acomodado, llevaba en su sangre los ríos ancestrales de su madre, doña Eula­lia Bermúdez, una chola de Chuquisaca. ¿Cuántos ecos de ceremonias indias, cuántos idiomas originarios, cuántos dioses de maíz y cerro retumbaban en el corazón de la Azurduy? ¿Habrá sido el corazón de la Juana un legüero de siglos, una caja en busca de la copla latente, el cántaro que combate a la sed que no quitan los ríos ,un fusil de los otros disparos: los que no matan, los que todo lo nacen? Oriunda del cósmico romance entre Pachamama e Inti, Juana Azurduy se ha convertido en madre de la estirpe de mujeres de la Indoamérica que amamantaron las rebeliones de los postergados “Las mujeres tenían prohibido meterse en los masculinos asuntos de la guerra, pero los oficiales machos no tenían más remedio que admirar el viril coraje de esta mujer” (Eduardo Galeano).
Del mismo modo que la Madre Tierra y el sol nativo la engendraran, el amor de Juana Azurduy y Manuel Asencio Padilla fecundó hijos de la resistencia, criaturas de la liberación americana, tal es así que perdieron a cinco de sus seis hijos en la guerra de la Independencia. De todas formas, Juana y Manuel tuvieron miles de hijos culturales, hijos del gran canto americano, como el poeta cubano José Martí: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el cielo, que van por el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar”
Juana Azurduy y Manuel Padilla combatieron el avance español en la región de Chuquisaca y las selvas de Santa Cruz de la Sierra. Parece que las selvas de esta parte del mundo tienen como destino cobijar a los hombres y mujeres de corazones libres. ¿Serán las selvas latinoamericanas santuarios revolucionarios, serán las selvas de aquí, templos donde el corazón humano busca el eco de la canción más libre, donde el pájaro del alma libertadora hace nido? Como a todos los que luchan por la libertad, a Juana y Manuel intentaron humillarlos, les arrebataron lo que los verdugos creyeron era todo: tierras, posesiones, sin embargo nunca pudieron quitarles ese sueño loco, esa riqueza que nadie puede robarle al humano cuando descubre el sentido de su vida, su manera de dignificar la existencia, no pudieron despojarlos del pan revolucionario. Tal es así que intentaron corromper Manuel , a lo que la gran Juana respondiera: “La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por su esclavitud, mas no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a sangre y fuego” La lucha y dignidad de Manuel y Juana fue un ejemplo fundamental para nuestros libertadores, Simón Bolívar, manifestó: “Este país no debería llamarse Bolivia en mi homenaje, sino Padilla o Azurduy, porque son ellos los que lo hicieron libre”
Juana Azurduy , protagonista de la guerra de la independencia, comandó a los guerrilleros que liberaron al flagelado Potosí de la angurria de oro de los conquistadores españoles, por su coraje y su heroísmo el gobierno de Buenos Aires le otorgó, en 1816, el grado de teniente coronel,que hizo efectivo el revolucionario Belgrano al entregarle el sable correspondiente. Sable que la valiente Juana utilizara en la Batalla de Villar, donde fue herida y tomada “cautiva” por los españoles. Su Manuel consiguió liberarla, aunque él no pudo escapar de la muerte. A Manuel le tocó morir en plena primavera americana, no obstante Padilla fue una semilla lanzada en el viento de Abya Yala. Wikipedia indica que Manuel murió el 14 de septiembre de 1816, sin embargo los corazones rebeldes de este continente: los corazones que cantan justicia en Chiapas, que resisten en Honduras, que sueñan en Venezuela y Ecuador, que levantan las banderas de los de abajo en este sur del sur, anuncian que don Manuel permanece vivito y revolucionando.
Como San Martín, Belgrano y todos los que pelearon por la emancipación continental, Juana Azurduy terminó en la más absoluta la pobreza: "A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Charcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. (...) Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme".
Sabemos de los sendos cantos de cuna indios y campesinos entonados por madres que hacen dormir a sus hijos, la vida de Juana Azurduy es un canto de cuna, que nos ayuda a despertar a la Historia, que nos ayuda a florecer al amanecer americano, al destino que no es un decreto de los dioses sino una construcción de los hijos de la Pachamama y sus revoluciones.
¿Quién dijo que la Historia no escribe Poesía? Juana Azurduy nació el 8 de marzo (día de la mujer) y murió un 25 de mayo (día en que los argentinos conmemoramos nuestra revolución) El poema de la Historia es clarísimo: Juana Azurduy es la mujer revolución


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