2/22/2025

Francisco

 

En un mundo de máscaras, el papa Francisco le devolvió el rostro a la humanidad .En una época donde el humano dudaba sobre la existencia del humano, el papa argentino nos recordó que los templos no son de los que administran el monopolio de Dios y lo encierran en la jaula de los dogmas, ni tampoco de los que promueven turismo espiritual, como quien hace un safari y se acerca a los leones para luego regresar a la rutina cómoda de la ciudad, él vino a señalarnos que de todo eso que podemos llamar templo no se puede salir sin ningún compromiso con el prójimo, ni siendo indiferentes con los que sufren. Que los templos trascienden los oropeles arquitectónicos y las aduanas de las religiones, porque los templos auténticos son una manera de estar en la vida, se llevan a todas partes, son lugares sagrados donde Dios y los humanos se encuentran, no tienen gendarmes de la fe en sus puertas, son espacios donde se recibe a todos, a los que creen y a los que no creen, territorios de transformación de la conciencia, ya que los templos también se hacen con todas las piedras que les han arrojado a los pecadores, por eso suelen ser los sitios donde el corazón vuelve a empezar 

En el auge de la inteligencia artificial Francisco puso al corazón humano en el centro: “cuando nos asalta la tentación de navegar por la superficie, de vivir corriendo sin saber finalmente para qué, de convertirnos en consumistas insaciables y esclavizados por los engranajes de un mercado al cual no le interesa el sentido de nuestra existencia, necesitamos recuperar la importancia del corazón”

En medio de la pandemia de soledad de este siglo, que tiene muchas madres y muchos padres y sin embargo sus hijos son huérfanos, Francisco cobijó a los desamparados, y cuando la palabra muro volvió a ponerse de moda, él instaló la palabra fraternidad, y cuando los que se creen dueños del mundo avanzaron con sus ambiciones, Francisco nos habló de la Tierra, como nuestra casa común y como nuestra hermana con la que compartimos la existencia 

Por supuesto que un hombre así es odiado por los celadores mundanos de dios, del dios que ellos nos hacen escribir en minúscula, porque Francisco consiguió hacernos comprender que hay un Dios en mayúsculas, donde la clemencia, la esperanza y el amor resplandecen, porque no se esperan de brazos cruzados, más bien se construyen y siembran todos los días

Más allá de si sos cristiano, de si crees o no, este hombre se transformó en la última década en la voz más humana del mundo y lo hizo en nombre de Dios. Un Dios que se parece a las mejores utopías de los hombres y las mujeres. 

Pedro Patzer




1/19/2025

En el fondo de todo hay un jardín


Hace días asistí a la situación más dolorosa de la que tenga memoria, un padre y una madre despidieron a su pequeño hijo muerto en un accidente. Conmocionado, pensaba en lo injusto y en lo inexplicable, y si habría alguna manera de aliviar semejante dolor. Al día siguiente mi hija me pidió que la llevara al Jardín japonés y allí me encontré con un "Hibaku Jumoku", así se denominan a los árboles que sobrevivieron a las bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. Los hijos y las hijas de aquella tragedia se han dedicado a esparcir sus semillas en lugares del planeta donde la paz y la memoria estén amenazadas. Ellos aprendieron que el horror siempre se vence con algo que florece, como también nos enseñó Walt Whitman en sus Hojas de Hierba, aquello de que siempre de lo que muere algo nace.
En sus atormentados insomnios, Alejandra Pizarnik solía telefonear en plena madrugada a la poeta Olga Orozco para preguntarle desesperadamente:
- Olga, decime por favor que en el fondo hay un jardín
- Alejandra, ¡en el fondo de todo hay un jardín, hay un jardín!
- ¡Muchas gracias! (Alejandra corta)
Quizás luego de aquella confirmación fue que Alejandra escribió: “en la otra orilla de la noche/ el amor es posible” Y ante el dolor inconmensurable de esa madre y ese padre que perdieron a su hijito, se me figura la otra orilla de la noche y pienso que si hay algo tan inexplicable como la muerte eso es el amor. Cuando Facundo Cabral perdió a su pequeña hija y su mujer en un accidente aéreo, lo llamó la Madre Teresa y le dijo: "Facundo, ¿qué vas a hacer con todo el amor que te sobra?"
El amor que está tan devaluado que lo han intentado convertir en un “producto” más del mercado, entre algoritmos de tinder y gente que lo confunde con estar desesperadamente con alguien, o con cumplir con un mandato de la sociedad, tal como actualizar el documento o pagar los impuestos, pero el amor es algo tan poderoso que es lo único que le hace sombra a la muerte, porque él tiene en su esencia la otra lógica, rompe el camino lineal de los mortales, instala sus laberintos y jeroglíficos donde lo humano y lo divino se hermanan, porque en su esencia de sinrazones está la raíz que sostiene el sentido de la vida.
Yo no sé si hay algo se le pueda decir a un padre y a una madre que perdieron a su hijo, pero estoy seguro de que es el amor el lugar donde comienza el horizonte de los sobrevivientes.

Pedro Patzer