Mi insomnio no suele perdonar a aquellos héroes imaginarios que merodean mis sueños. De modo tal que instala en mi noche, un lento juego de eternidades y luces, que me llevan a la fiebre del ángel, a la boca llena de palabras aladas que nunca he dicho, de nombres que se hicieron desiertos, de colores que ya son la ceniza de una próxima sombra.
Pedro Patzer
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