9/01/2007

EL FIN DEL VIAJE, EL COMIENZO DEL RECUERDO



Foto: de mi gran compañera de viaje: IslaSonia


y llegué y ese puerto no tenía agua, sólo barcos en el barro, cual peregrinos que extraviaron los caminos. Y ella sacó su cámara, mientras el sol gateaba para el otro lado del mundo, y el óxido de la nave, parecía la profecía de una melancolía anterior, como si la eternidad se hubiese construido entre uno y otro pescador que entre peces y milagros, exhalaban las últimas de otro día que yacía sobre la solitaria marcha de San Clemente.
El faro, era una torpeza de la sombra, ni siquiera náufragos para este cuaderno vacío, habíamos fatigado caminos: Nueva Atlantis, Punta Medanos, Mar de Cobos, Aguas Verdes y de repente las golondrinas anunciaban que el día emigraba hacia otros ojos del planeta.
Una cosquilla, como de violín cansado, sacudió la brisa (no había banderas, ni redes) de todos modos, el alma sintió el movimiento. La noche recorría nuestra mortalidad, las estrellas garabateaban el viejo verso en el cielo.
El viaje llegaba a su fin, pero, sentía, que comenzaba a hacerse perpetuo en mis recuerdos.



Pedro Patzer, septiembre de 2007

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

sì, es barroco...Aunque hermoso...

Que tus redes anudadas con tu alma de pescador te regalen la hora màgica en la pleamar de los rìos y en la creciente de mares de barro...

...De todos modos el alma sintiò el movimiento...

Beso.

Piruxa.

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