Somos los arrabales del cielo, decían sus ojos
mientras su piel desmentía la historia de la lepra
pero no la de los milagros
El otoño dejó sus muertos, quizás pensó luego de que el amor callara
sin embargo, ella era como la plegaria del árbol o la herejía del mar,
la ausencia casi nunca huele a lo que perdimos, más bien tiene aroma
al porvenir de la flor, a las aventuras del jardín, luego de la infancia
entonces es fácil el poema, o mejor dicho ya es cosa de un mortal la poesía
cuando las ninfas llevan equipajes y lloran en terminales y averiguan la hora,
pedro patzer
mientras su piel desmentía la historia de la lepra
pero no la de los milagros
El otoño dejó sus muertos, quizás pensó luego de que el amor callara
sin embargo, ella era como la plegaria del árbol o la herejía del mar,
la ausencia casi nunca huele a lo que perdimos, más bien tiene aroma
al porvenir de la flor, a las aventuras del jardín, luego de la infancia
entonces es fácil el poema, o mejor dicho ya es cosa de un mortal la poesía
cuando las ninfas llevan equipajes y lloran en terminales y averiguan la hora,
pedro patzer
1 comentario:
El hilo de la fábula
EL HILO que la mano de Ariadna dejó en la mano de Teseo (en la otra estaba la espada) para que éste se ahondara en el laberinto y descubriera el centro, el hombre con cabeza de toro o, como quiere Dante, el toro con cabeza de hombre, y le diera muerte y pudiera, ya ejecutada la proeza, destejer las redes de piedra y volver a ella, a su amor.
Las cosas ocurrieron así. Teseo no podía saber que del otro lado del laberinto estaba el otro laberinto, el del tiempo, y que en algún lugar prefijado estaba Medea.
El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.
Los conjurados-Borges
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