5/17/2011

LOS RESIGNADOS O TAL VEZ UN DÍA, EL GRAN DÍA





Tantos profetas del mundo chiquito, tantos mercenarios del día, tantos jornaleros del sueño ajeno, han hecho de la resignación, la gran consigna.
Así han atentado contra el orígen de la búsqueda, lo que siempre fue el embrión de encontrarse en lo que se hace, hoy es la acción de hacer para encontrar un lugar en el mercado laboral
“La literatura es un sueño dirigido” sostenía Jorge Luis Borges, y tal vez la vida que nos impone el sistema actual, más que un sueño dirigido, es un insomnio obligatorio.
No existe la universidad del sueño propio, ni la escuela de la vocación, sólo tenemos el espejo íntimo para seguir adelante. Pero es cierto, las arenas del mundo que nos echan sobre ese espejo, suelen sepultarlo en los desiertos de los días.
Encontrar la sinfonía íntima requiere de una singular partitura del espíritu. El ruido de lo que se debe ser, suele eclipsar al canto de lo que se quiere ser
Estamos a mitad de una batalla invisible, en la que los sabios toman ansiolíticos y los desesperados hacen noche en las salas de espera; en la que los artistas dejaron de pensar en la obra para entregarse a la idea de show. ¿Nadie escucha el canto desesperado que empujó a Vincent van Gogh a cortarse la oreja?(y ni hablar de Ulises dejándose enloquecer por el canto de las sirenas) ¿Por qué el suicida de estos tiempos, antes de arrojarse por la ventana, bebe su yogurt light? Los moribundos se maquillan para lucir un hermoso cadáver, las mujeres no comrpenden su belleza en la tapa de Playboy.
Entonces asistimos al triunfo de los resignados: no se sumergen en el misterio de la baguala porque la gente sólo quiere bailar; no escriben libros, porque la gente no lee; no hacen películas porque la mayoría está ciega; no cruzan jamás a la otra orilla del río, porque por lo menos en la misma orilla de siempre están seguros (y desde chicos nos ponen en la cabeza ese manifiesto de la mediocridad: mejor un pájaro en mano que mil volando)
Es lógico que en tiempos de GPS, no haya demasiados que busquen por sí mismo el gran camino; como el elefante que toda la vida se ha pasado inmóvil frente al árbol (en el que los primeros días ha sido encadenado) sin intuir que no está atado.
Los escribidores de epitafios están en problemas: ya no saben que poner en las lápidas, pues es dificil, componer un epitafio de un muerto que nunca ha vivido, pues es dificil comprender cómo ha muerto alguien que todavía no ha nacido.
Un llamado a la esperanza: hay muchos poemas, canciones, pinturas, libros, películas, amores, que mucha gente lleva, secretamente, en su remoto espíritu. Tal vez algún día, el gran día



Pedro Patzer

1 comentario:

Reneé dijo...

que lindo blog

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