7/12/2011

LOS CONQUISTADORES DE ESPÍRITUS


“Los conquistadores de espíritus eclipsan a los conquistadores de provincias”- escribió Víctor Hugo
Hay situaciones y sensaciones que nos hacen comprender lúcidamente a los conquistadores de espíritus. Ante pasiones extremas, entendemos como nunca a Shakespeare (que urdiera personajes que ofrecían su alma, como limosna de tragedia) ante desolaciones crónicas, nos hacemos más amigos de la poesía de Discépolo, esa que entre otras cosas pregunta: “¿Dónde estaba Dios cuando te fuiste?” ante las feroces batallas del silencio, nos sentimos interpretados por los versos de Ricardo Nervi: “La Pampa es un viejo mar/ donde navega el silencio”, quizás porque a veces nosotros somos esa pampa, donde el silencio inicia su travesía cósmica, donde el silencio hace nido, donde le crecen las alas, donde empolla sus huevos, donde...donde...donde...
Los conquistadores de espíritus nos enseñan a sublevar nuestra mirada, a ver dónde está la auténtica riqueza:“¿Quién tiene tanta riqueza como la tiene el Tamayo? /Alguna vez tuvo pilchas y otras vez tuvo caballo” (José Larralde) Ellos nos dan las herramientas para que consigamos habitar el otro misterio de los hombres: “Hay gente que con solo dar la mano/ rompe la soledad, pone la mesa,/ sirve el puchero, coloca las guirnaldas;/ que con solo empuñar una guitarra/ hace una sinfonía de entrecasa.” (Hamlet Lima Quintana) Porque los conquistadores de espiritus, no se conforman con la hoja en blanco, o con el accidente del despertador y el legajo, ellos propician la búsqueda de la bebida que alivie la sed eterna de los mortales, son moradores en los ríos secretos de la pasión humana: “paseamos complicados sueños/ y naves que interrogan el abismo” (Jorge Calvetti) Porque ellos, los conquistadores de espíritus, revelan con su presencia la existencia desnuda, nos invitan a quitarnos el ropaje con que nos han condicionado la “cultura” y “educación” y nos proponen regresar al primer territorio del ángel: “Hoy vuelvo/ a la dulce memoria del ángel que fui un día/ a su inefable territorio.../a las palabras únicas/ que nunca escuché luego/ y creía olvidadas para siempre” (Aledo Luis Meloni) Los conquistadores de espíritus nos enseñan que las únicas banderas que valen la pena, son las del otoño: “El otoño perdía sus pañuelos/ cuando un lejano perfume de canela/ despertaba en tu sueño” (Manuel J. Castilla) Los conquistadores de espíritus, los que en tiempos de desesperación, nos indican el camino de la esperanza: “ y este camino no regresa nunca, va simplemente/ como la distancia/ hacia el carozo azul del horizonte/ donde me aguarda el hombre y su esperanza”(Armando Tejada Gómez)
Los conquistadores de espíritus, aquellos que nos prestan la brújula humana, los que nos reclaman que elevemos el otro corazón, hasta hacernos dueños de los cuadernos del horizonte: “Y por qué no buscar siempre/ lo que es parada en un camino,/ lo que hay de otoño en un verano, lo que hay de ardiente en lo más frío,/ lo que es sonrojo en unos labios,/ lo que es Recuerdo en el Olvido,/ lo que es pregunta en la respuesta,/ lo que es jadeo en un suspiro,/ lo que es vital de esa alegría,/ de esa tristeza en que vivimos.” (Elvio Romero)
Los conquistadores del espíritu, los que nos convocan a pelear por la Belleza, los que nos alientan a nacer de nuevo en lo que hacemos, los que nos recuerdan todo lo que debemos olvidar, para comenzar a ser nuestro destino.

Pedro Patzer

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