Hay quien
por Pedro Patzer
Hay hombres que son ríos y mujeres que
son selvas, hay paradojas como que el hacha que derriba el árbol sea la génesis
de la guitarra, de la cuna o de la mesa donde el pan de la vida se desata.
Hay senderos en los cerros que no
conducen a ningún lado, sin embargo nos ayudan a encontrar el camino espiritual
de la Pachamama.
Hay silencios de amautas que nos
revelan la palabra emancipadora y hay oro y oropeles que todo lo que tocan lo
empobrecen
Hay perros callejeros que transforman
la intemperie en hogar y caballos salvajes que nos inculcan que en la euforia
natural reside la belleza interior.
Hay ecos de ausencia en la casa de
adobe y oraciones de los antiguos en lo que calla la piedra.
Hay horizontes perdidos en cada cuerda
de guitarra y gorriones cotidianos que nos informan que en el cielo no hay
pobreza.
Hay plegarias para putas y tangos para
vírgenes, brújulas que nos indican el norte e islas que son como imanes del sur
Hay una historia contada por los
verdugos y una historia cantada por los descalzos.
Hay quien recoge las uvas (y muy pocas
veces ha probado su vino) y hay quien sólo prueba su vino y jamás ha conocido
la vida que cabe en una uva.
Hay cristos indios y judas civilizados,
hay vientos que mueven sólo molinos y vientos que promueven tempestades en los
corazones libres.
Hay pianos que tan sólo son pianos y
hay pianos que son templos.
Hay llamadas perdidas y hay chasquis
que desde hace siglos están intentando darnos un mensaje ancestral.
Hay puentes viejos que los profetas de
la velocidad no se detienen a escuchar y hay ramas de árboles sagrados que
acarician al viento como el minero a sus hijos.
Hay voces que nunca se permiten ser
jilgueros y voces que justifican el silencio de Dios.
Hay gente que le pone anclas al
mundo y gente que le pone alas a la vida.
Hay quien aprende a callar cuando
comprende que en el desierto no hay pájaros que canten.
Hay quien sabe que el fantasma es la
zamba que no consiguió corregir el silencio cultural de tantos años.
Hay quien no toma conciencia que la
primavera también sucede en el patio de la cárcel.
Hay baqueanos que nos guían en el monte
y hay sucesos en la vida que nos hacen rastreadores de los misterios del alma.
Hay ladridos en la noche y hay
silencios hechos por animales consagrados a la fauna de las soledades.
Hay ruinas colmadas de esperanzas y hay
ciudades que no son otra cosa más que escombros.
Hay caminantes que logran entender el
confín como un nuevo nacimiento
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