12/29/2010

LOS MERCADERES Y EL TEMPLO



Los mercaderes y el Templo

por Pedro Patzer

“Quitad de aquí todo esto y no hagáis de la casa de mi Padre casa de contratación” Jn 2:13-22, Jn 2:13-22
La lucha de los que mueren por una vida mejor, no empalidece ante una mayoría que arrastra su alma como cadáver (o la mantiene como pájaro encerrado en jaula de oro)
Los artistas más sutilmente salvajes son quienes procuran liberar al pájaro de la jaula de oro, tal vez son los que realmente comprenden la metáfora que Cristo urde al echar a los mercaderes del Templo.
¿Cuál es el Templo y quiénes son los mercaderes?
El Templo puede ser una canción, una copla, una idea, un amor, una acción, una vida.
Los mercaderes aquellos que hacen de una canción, una copla, una idea, un amor, una acción, una vida, un producto sujeto a cambios circunstanciales, modificaciones que siempre atentan contra la esencia misma de estas cosas (y que habitualmente responden a intereses o especulaciones de corazones cobardes y ambiciosos)
El Templo es el origen: la necesidad de cantar, de reconocer el espíritu en una copla, de celebrar el pensamiento en una idea, del consagrar el corazón a un amor, de materializar un ideal en una acción, de alcanzar la vida en vida.
Los mercaderes son alquimistas al revés: de la canción hacen una mercancía, de la copla, un slogan publicitario; de una idea, una herramienta flexible (que puede justificar cualquier cosa); de un amor, una lotería rutinaria (donde siempre apuestan las fichas de menor valor); de la acción, un movimiento dirigido por los estudios de mercado o por los abogados especializados; y de la vida hacen lo que harán con su muerte: una reunión de escribanos y socios, de lágrimas que sólo merecen pañuelos descartables, de testamentos modificables según las convenientes circunstancias.
Es necesario que los artistas reflexionen acerca del Templo: un niño que dibuja pájaros en las tardes provincianas, no necesita que nadie venga a decirle de qué color debe pintar su cielo.
El Templo es volver a la pregunta, al asombro, a contemplar todo por primera y última vez

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