7/22/2011

LAS CASAS PERDIDAS


"Me asustan las casas que yo habité: tienen abiertos sus compases de espera: se lo quieren tragar a uno y sumergirlo en sus habitaciones, en sus recuerdos” - escribió Pablo Neruda
Las casas del pasado tienen hambre, ellas se alimentan de versos quietos y canciones dormidas: ¿será el corazón del artista, aquella casa perdida en la nostalgia? ¿Será aquella arquitectura de la niñez, aquella morada de madera e íntimo lucero, miel de la futura melancolía?
“Las casas nuevas están más muertas que las viejas, porque sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla” (César Vallejo)
Tapera, proviene del guaraní. Ta: pueblo y Puerá: se fue. Por esas cosas que tiene la etimología, tapera viene hacer algo así como un pueblo que se fue, en una casa derruida. Aunque los profesionales de las definiciones nos señalen que tapera significa: “Casa o rancho en ruinas y abandonado”, yo prefiero pensar que cada vez que una modesta casa agoniza, algo de su pueblo muere con ella.
“Cuando el sol en el río/ vertió su lumbre primera,/ se vió una sombra ligera/ en occidente ocultarse/ y el alto ombú balancearse/ sobre una antigua tapera”(Rafael Obligado)
Las primeras casas, escuelas del azul, acuarela que por siempre persistirá en el papel en blanco de los días, monumentos de lo amarillo. Casas de niñez, parra y galería, casas con aroma a guiso y primera novia, casas donde el crepúsculo se confunde con la campana, el tanque de agua y el aljibe; casas donde las lluvias no logran vencer a las rayuelas, casas perdidas, casas que a mitad de la vida, nos enseñan la broma de la vieja eternidad
“Yo enviudé de tantas casas en mi vida y a todas las recuerdo tiernamente. No podría enumerarlas y no podría volver a habitarlas porque no me gustan las resurrecciones” ( Pablo Neruda)
Casas donde aprendimos que hay un viejo llamado mar, que siempre nos espera con sus historias de naufragios y soledades/ Casas donde los amarillos billetes del otoño sobornaron nuestras primeras melancolías/ casas donde la muerte nos hizo sus primeras preguntas/ casas donde la vida sembró su gran semilla
“Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa” (César Vallejo)
Casas donde nuestros juguetes comenzaron a envejecer/ casas donde la artesanía de la siesta y la minería de la plegaria/ casas donde la tarde del abuelo y el sacramento del mate cocido/ casas donde el jazmín y diciembre/
“El espacio, el tiempo, la vida y el olvido, no sólo invaden con telarañas las casas y los rincones, sino que trabajan acumulando lo que se sostuvo en ciertas habitaciones: amores, enfermedades, miserias y dichas que no se convencen de su estatuto: aún quieren existir. No hay fantasmas más terribles que aquellos de los antiguos jardines” (Pablo Neruda)
Casas donde aprendimos la historia del silencio / casas que envejecen como héroes/ casas donde se inculca el antiguo secreto del invierno en el abrazo/ casas donde el misterio del pan y la inclemencia del reloj/ casa donde el eco de Dios y el bostezo del fantasma/ casas donde la uva y el alarido del vino/ casas donde la hierba de la infancia continúa creciendo solitariamente


PEDRO PATZER
PUBLICADO EN http://www.boletinfolklore.com.ar/

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