11/17/2011

la Belleza y el secreto de las alturas


 
Que la belleza de la vida es cosa sin importancia es algo que, supongo, poca gente se aventuraría a afirmar. Y, sin embargo, aún la gente más civilizada se comporta como si así fuera” escribió el folklorista irlandés, Oscar Wilde
Hay algo peor que despreciar la belleza, ignorarla (desconocer las aventuras del sol sobre los ventanales de los ministerios y las travesuras de los gorriones sobre los autos blindados) y confundir el traje a rayas de un preso con el arco iris.
Cuántos viven sin darle importancia a la Belleza. Mantienen relaciones carentes de ella (son pareja, no son atlantes en busca de la Atlántida) forjan situaciones sin ningún tipo de Belleza (son hijos del accidente) se educan sin Belleza (les importa el rol que ocuparán en la sociedad y no la sociedad que podrán transformar con sus roles) eligen sin Belleza (el ta te ti de la existencia o el pan y queso del destino) aman sin Belleza (el psicoanálisis sugiere que más de siete años no dura una pareja moderna, entonces prefieren vivir una agónica relación) viven sin Belleza (se prohíben cambiar el celular por un ramo de jazmines) mueren sin Belleza (ya no hay muertes shakesperianas)
Pareciera que el relato oficial, todo el tiempo dijera: “no hay tiempo para la Belleza” ¿Y para qué hay tiempo entonces? Si no hay Belleza se pierde la esencia, somos el ancla sin nave, el juguete sin niño, el libro cerrado. Así, la mayoría amanece con el quejido del reloj despertador y se duerme con los somníferos, y entre medio conviven con los enemigos, como francotiradores haciendo nidos en la azoteas del día, van, decorando el patíbulo del mundo, pero eso sí: consumiendo productos “light”, avanzando hacia el vegetarianismo, pero cumpliendo con el ceremonial y protocolo que el manual del caníbal elegante sugiere.
La Belleza incita al corazón humano, lo interroga con preguntas que formulan los náufragos en la luz, porque la Belleza es el umbral de la Revolución: ninguna rebelión se ha producido sin el embrión de la Belleza, sin románticas ideas desatadas por soñadores (los primeros hacedores de Belleza). Es más, ningún hombre puede ser libre sino se permite la Belleza.
Hay gente que ríe sin belleza, es decir, ríen como hienas (porque esa risa es un S.OS. del espíritu) Hay historiadores que dan clases, sin Belleza (porque si el tipo tuviera que desplegar la Belleza de una causa, caería en cuenta, que en vez de escribir el tratado de una vida extraordinaria, ha escrito su testamento) Hay arquitectos que construyen edificios sin Belleza (porque un militante del escombro jamás podrá edificar un palacio lleno de flores o un puente) Y así maestras de Literatura que nos han castigado con poemas que nos invitan a rechazar de por vida la Poesía (sin inculcarnos que la Poesía es el idioma del pájaro que fuimos antes de ser hombres, como sospechaba el folklorista autor de Peter Pan) Hay gente que se envenena con gaseosas o drogas, sin buscar la ambrosía de los griegos (ambrosía: manjar o alimento de los dioses) profesores de geografía que no nos invitan a trazar los mapas de las ciudades que no existen, y matemáticos que no se atreven a revelarnos el revés del cero.
“…mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca, tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.” le escribió Víctor Hugo a su amante, señalando que la Belleza tiene un acceso directo a las alturas. ¡De eso se trata! Lo sublime deshoja el secreto de las alturas, y ya no es necesario pedir prestada una escalera para subir al madero, como decía la copla popular, porque al Jesús de Nazareno, le sacamos los clavos, hermanándonos con la Belleza, la Belleza humana que siempre le quita los clavos a Cristo, la Belleza humana que desarrolla lo divino, más allá de las tempestuosas pasiones de un mortal. Pero los habitantes del chiquitaje corren a los ascensores, creyendo que es una manera de rozar el cielo, o toman las pastilla de moda que los elevará al cielo artifical de los que creen que para ser libres deben comprar su Libertad, o pagar el alquiler de las alas del Icaro moderno.
La Belleza es el gran tema de estos tiempos, en que la fealdad es imperio: ¿Cuántas más guerras hubiera habido si Cervantes no hubiese escrito el Quijote, o si Picasso no hubiera sido Picasso o si Mercedes Sosa no hubiese interpretado el nervio poético de la Belleza humana?
La Belleza es un síntoma de inmortalidad, un milagro, que a veces hacen los hombres, el pan que mantiene vivo al espíritu, la sal del mar escondido que llevamos dentro.


por Pedro Patzer

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